jueves, 8 de diciembre de 2011

LA FULIOLA 11



 EL BAUTISMO DE JESÚS.
  (Historia de unas pinturas)
El mural se  finalizó el 23 de abril de 1981.
La capilla en la que se encuentra la pintura, que constituye este tema primordial en la vida cristiana cual es el bautismo, se halla en la parte de la Epístola y es gemela de la anteriormente descrita del Santísimo. Ennoblece el lugar, detrás del altar y de la pila bautismal.
Casi otro tanto diré, en cuanto a la fuerza expresiva de las imágenes de este mural, que lo manifestado con relación al de la capilla simétrica.
En los comentarios escritos para la inauguración de la mencionada capilla se descubre el carácter eminentemente catequético, no carente, en un primer momento, de verdadera raigambre religiosa tradicional aunque cargado de un cierto cariz grandilocuente, cinematográfico y épico: "El sostre i la paret, cóncaus, son pintats amb tons vermellosos, símbol d1interioritat, de foc i vida -com la matriu de l'Església que es la pila baptismal- on es donada veritablement la VIDA, on s'esdevé CRISTIÀ".1
En esta pintura, creo que se puede apreciar un cierto avance, si a la adecuación al concepto de pintura religiosa nos atenemos, ya que el tema del bautismo se halla más explícitamente elaborado con una catequesis más densa.


 CONTENIDO Y ESTRUCTURA
Cuatro figuras principales componen este mural: Cristo, Juan Bautista, Moisés y la Paloma. Un bloque, como otra persona, lo constituye el pueblo de Israel siguiendo a su pastor.
En lo alto, la Paloma, símbolo del Espíritu Santo, emite unos rayos que inciden directamente sobre la espalda de Cristo, que con el torso desnudo, inclinada la cabeza y los brazos extendidos, recibe el agua bautismal de Juan; éste está arrodillado a la altura de la cintura de Jesús y también con los brazos extendidos hacia él,  hallándose cubierto únicamente con unos trapos (pieles de camello) desde la cintura a las rodillas.
En la vertical del Bautista se halla Moisés, en pose de marcha, con los brazos abiertos, empuñando el cayado que hunde su punta en el mar; su mirada girada hacia Jesús. Se protege con una veste talar y cubre su cabeza con un paño blanco; sus pies pisan la arena del desierto, al fondo del cual se encuentran, a la izquierda, debajo de Cristo, las pirámides y en el resto del fondo, una ingente masa de personas, el entero pueblo de Israel, levantando los brazos unos, arrodillados otros.
Lo terreno se ha dispuesto abajo, lo celeste arriba, lo sublime en lo más alto, la paloma, con un centro de máximo interés compositivo en la imagen de Cristo. Todos los gestos llevan a él.

 SIMBOLISMOS
La Paloma es el Espíritu del Padre sobre el Hijo: Es la plena manifestación de Dios, una Teofanía. El texto sagrado dice que se oyó la palabra de Dios.
Los comentaristas afirman que la aparición de la paloma es una manera simbólica de expresar cómo aterrizó, cómo descendió aquel mensaje divino, cual vuelo de una paloma; no fue vista ésta sino que la suavidad, el susurro, la delicadeza del efecto que produce el animal es similar a cómo aconteció un hecho anunciado por los profetas y referenciado por los evangelistas. Los artistas de la tradición cristiana han tenido, desde el primer momento, el símbolo del Espíritu Santo en este volátil.
La humildad de Cristo, aceptando su "papel" redentor está expresado en la humillación arqueada de su cerviz, en el extender sus manos vacías de poder y de propia voluntad, esperando ser llenadas de lo alto. Actitud similar a la de su primo, Juan, que cumple su misión en actitud reverente, cuya mano derecha se eleva de la misma guisa hacia lo alto y su izquierda derrama el agua de la penitencia purificadera bautismal.
La humildad,  que es reconocimiento de la  realidad, hace que ambos personajes se hallen desnudos,  tapados únicamente con lo que la naturaleza más inmediata les proporciona,  con el agua del rio Jodán uno y por unos andrajos el segundo.
Está también Juan arrodillado al borde del agua completando los gestos anteriores, anonadado ante la presencia divina.
Las pirámides son un símbolo bivalente, de muerte y de vida. Son el símbolo de la vida para los faraones que esperaban en ellas la vida de ultratumba; desde la amplitud de la base cuadrada al punto de la cúspide subían sus aspiraciones de una vida más allá del río de la muerte; en el mural se hallan apuntando a Jesús, la verdadera realidad de la vida eterna, son el símbolo de una cultura incapaz de salvar al hombre.
El desierto es símbolo de muerte y donde el hombre se encuentra a sí mismo. Es el lugar donde el ser humano busca realizarse tocando hasta el fondo su impotencia y pide la vida a los ídolos para experimentar finalmente que sólo en el poder de Dios puede encontrar aquélla. Es en el desierto donde es seducido por su Dios, su Esposo, que le cuida, le da sus leyes -mandatos de amor- que le van a conducir a la salvación. En desierto se configura un verdadero pueblo que va a proclamar la clemencia y misericordia de Dios.
En el centro de la capilla se eleva la pila bautismal, diseñada también con una similar simbología acorde con las ideas que encierra el hecho que allí se realiza -el paso de la muerte a la vida-, ya que su cuerpo inferior es un tronco de pirámide invertido que descansa en un paralelogramo y el superior una pirámide que apoya su base en el cuerpo anterior.
El cuatro,  lo humano,  deviene en el uno,  lo divino.
También así se halla dispuesto el tropel que se ha pintado, representando al pueblo de Israel, en una falange cuadrilátera de la que se ve la parte delantera y su flanco derecho. Sus componentes elevan los brazos al cielo o se arrodillan, suplicantes, en un momento de angustia ante el mar, con el ejército del Faraón tras sus huellas. También el número uno se ha identificado ahora en la persona de Moisés, el que les lleva a otra vida, otro territorio, la Tierra Prometida, donde serán libres.
Los brazos abiertos de Moisés son los del Cristo en la cruz, el palo que su mano introduce en las aguas de la muerte para vencerlas y transformarlas en aguas de vida, es el madero de la cruz. Es una pose muy "egipcia" pero con la añadidura de la mirada hacia lo alto y las torsiones de las manos, protectora una, dinámica la otra.
Dos colores se desparraman en los muros y el techo siendo los protagonistas más abstractos, el rojo y el azul, lo humano y lo divino, entremezclándose, haciéndose uno sólo.
Contemplando las dos capillas a la vez comprobaremos que el azul de la atmósfera de la Ultima Cena se escapa e invade la escena del Bautismo de Jesús. Lo que sucede simbólicamente es lo que acontece en la realidad interior del misterio Pascual, se trata de hecho de la misma Pascua, la del pueblo de Israel y la de Cristo, el paso de la esclavitud real del cuerpo y del espíritu a la liberación real de ambos por medio de la huida de la opresión del Faraón que es el pecado -la esclavitud de todo hombre-.
El protagonista verdadero es el Hijo de este hombre, el que vence la muerte con la humillación del propio bautismo -el agua-y de la muerte -la sangre- germen de una nueva creación.
No en vano la pila bautismal evoca para Dionisio Areopagita  la "matriz de la generación".2

CONTEXTO BÍBLICO PATRISTICO.


Gn 1,9.- "Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento
en un solo conjunto, y déjese ver lo seco"; y así fue.
Gn 4,  11.- Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que
abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu
hermano.
Gn 29, 3.- ¡La voz de Yahveh sobre las aguas! Truena el Dios
de la gloria: Yahveh sobre la inmensidad de las aguas.
Si 9,  7.- Quitaré su sangre de su boca, y sus abominaciones
de sus dientes...
Si  66,  12.-  Dejaste que un cualquiera  a nuestra cabeza
cabalgara, por el fuego y el agua atravesamos; mas luego nos
sacaste para cobrar aliento.
Si 69,  16.-  ¡El  flujo de  las aguas no me  anegue, no me
trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca!
Si 72,  14.- De la opresión,  de la vilencia, rescatará su
alma, su sangre será preciosa ante sus ojos.
Si 74,  13.-  tú hendiste el mar con tu poder, quebrantaste
las cabezas de los monstruos en las aguas;
MC 6,  25.-  Entrando al punto apresuradamente adonde estaba
el  rey,  le pidió:  "Quiero que ahora mismo me des,  en una
bandeja, la cabeza de Juan el Bautista."
MC 6,  27.- Y al instante mandó el rey a uno de su guardia,
con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó
en la cárcel.
MC 7,  24.- Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se
puso a hablar de Juan a la gente:  "¿Qué salisteis a ver al
desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
MC 7,   25.-  ¿Qué salisteis  a ver si no?  ¿Un hombre
elegantemente vestido?  ¡No! Los que visten magníficamente y
viven con molicie están en los palacios.
Hch 7,  20.- En esta coyuntura nació Moisés, que era hermoso
a los ojos de Dios. Durante tres meses fue criado en la casa
de su padre.
Hch 8, 13.- Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado,
no  se  apartaba de Felipe;  y estaba atónito  al ver las
señales y grandes milagros que se realizaban.
Hch 9,  18.- Al  instante cayeron de sus ojos unas como
escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado.
Hch 18, 6.- "Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo
soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles."
   S. Juan Crisóstomo, siglo IV: "A los judíos no se concedió entonces contemplar el rostro transfigurado de Moisés (cf Ex 34, 33s), el cual, sin embargo era hijo de Adán, un hombre como ellos; mas tú has contemplado el rostro de Cristo en su gloria (...) (Moisés) golpeó la roca y brotó la fuente de agua, nuestro pastor se acerca a la sagrada mesa, toca la roca espiritual (cf ICor 10, 4) y le arranca una fuente espiritual. Por este motivo se levanta la sagrada mesa en medio de los fieles, semejante a una fuente manante (...) y el pozo de salud mana en abundancia, a fin de que nadie perezca de sed atormentadora."3
S. Efrén, siglo IV: "¡Oh dichoso lugar! Nunca vio ni verá otro lo que tú viste: a saber, al Señor hecho altar verdadero, sacerdote pan y cáliz de la salud. El por sí mismo basta para todos, y nadie puede bastarle; El mismo es el altar y el cordero, la víctima y el sacrificador, el sacerdote y el alimento."4
"Dichosa eres, oh tarde última, porque en ti se completó la tarde de Egipto: el Señor comió en ti la pascua pequeña (la judía), y se hizo a Sí mismo pascua grande, la pascua fue inserta en la pascua, y la fiesta en la fiesta."
Cirilo de Jerusalén dice a sus neófitos: "El agua es el principio del cosmos; el Jordán, del Evangelio". Dice Tertuliano: "El agua ha sido la primera sede del Espíritu divino, que entonces la prefirió a todos los demás elementos... El agua es a la primera que se ordena la producción de criaturas vivas... Es el agua la primera que produce lo que tiene vida, para que no nos asombrásemos cuando un día diera a luz la vida, en el bautismo. En la primera formación del hombre, Dios empleó el agua para consumar su obra... Por tanto, toda agua natural adquiere, por la antigua prerrogativa con que fue honrada en su origen, la virtud de santificación en el sacramento, con tal de que Dios sea invocado a este efecto. Tan pronto como se pronuncian las palabras, el Espíritu Santo, bajado de los cielos, se detiene sobre las aguas que por su fecundidad santifica; las aguas así santificadas se impregnan a su vez de virtud santificante... Lo que antaño sanaba el cuerpo, sana hoy el alma; lo que procuraba la salud en el tiempo, procura la salud en la eternidad..."

1Cf., Les capelles de l'església de La Fuliola, ibid., p. 10.
2Cit., Hani, Simbolismo del templo cristiano, p., 73.
3Ibid. pag 663s. A los bautizados $956. Textos eucarísticos primitivos I, pag 277. Himno 3 n2 5s 10.
4lbid. Himno 3. Lecea, J. M: Los sacramentos. Pascua de la Iglesia, pag. 25.
5Cf., Liturgia de las horas. De Bautismo. III-IV. Y en Padres de la Iglesia, pág. 401-403.