sábado, 21 de abril de 2012

La Pascua sigue en primavera.

En primavera el primero árbol que florece es el almendro, su fruto es un símbolo de vida renovada, como la mística almendra de la iconografía románica en la que el fruto es Cristo, resucitado de la muerte.
 Él esta ahí para arrastra a la Humanidad en sus individualidades, en cada unos de los que la componen.
Tú y yo somos los beneficiarios de esta revolución cósmica. ¡Podemos resucitar también cada uno de nuestras muertes diarias, salir de nuestra apatía, nuestros pequeños egoísmos, maldades, porque él ha arrostrado el itinerario destructivo que todo ese bagaje diario nos acarrea.
Cincuenta días son pocos para celebrar esta liberación crística.
La fe es el vehículo para entender y vivir esta maravillosa historia de amor.
La fe esta ahí, a la vuelta de la esquina, y muy dentro de cada uno. Es gratis y se puede pedir a un Dios que se ha desprendido de su Hijo para volver a tener unos hijos que se le fueron de farra nada más crearlos.
Celebremos que la Humanidad puede ser otra vez un Jardín del Edén.

¡Cristo ha resucitado! Para todos.