viernes, 23 de noviembre de 2012

ARQUIVOLTAS ZAMORANAS


LAS ARQUIVOLTAS ZAMORANAS Y EL CIELO
Paseando por las calles de Zamora se puede constatar la riqueza del arte, aún los lunes, cuando las iglesias románicas no abren sus puertas por descanso de quienes las muestran a los turistas. Fijémonos en los “detalles”; ahí están las arquivoltas, emporio de aspectos simbólicos.
Primero, la desnudez de ciertas arquivoltas, lisas, sin adornos, hace referencia directa a la sublimidad celeste, al arcoiris postdiluviano, presagio de la nueva era de la redención consumada en el Nuevo Testamento, como apreciamos en San Isidoro, en su puerta sur o en la oeste de Sta. María de la Horta. Son las menos.
Segundo: la decoración que aparece en los capiteles no pasa a la arquivolta, como en la puerta sur de S. Esteban, de la Catedral o de S. Ildefonso.
Lo terreno se queda a un paso de lo celeste. Son ciertamente abundantes.
Tercero: las figuras pasan, a veces, de los capiteles a la nervadura de los arcos que componen la arquivolta respectiva, cambiando la significación meramente terrena por otra simbólica, como en la puerta oeste de S. Vicente, la sur de La Magdalena, o en la puerta norte de S. Claudio.
Párese el viandante curioso ante la puerta sur de la Iglesia de la Magdalena, resumen de muchos libros bíblicos, entre risas celestes y plantas de un jardín primigenio. El número se mezcla con la piedra y evoca personajes de todos los tiempos y marca una camino que conduce al interior del templo de la penitente María de Magdala. 
Estas otras arquivoltas esbeltas y torneadas de S. Juan de Puerta Nueva evocan elementos creacionales y meteóricos mostrando un orden vegetal perfecto, llamando al curioso a una concepción vital concatenada al espíritu medieval de quienes las diseñaron.
Otro día pasearemos mirando capiteles o ventanas...

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