lunes, 26 de noviembre de 2012

CAMPAÑA PARA LAS EUROPEAS - 1994


Ventana abierta

La Oopinión el Correo de Zamora  
AÑO V-Número .519. - MAYO 1994  

 JESÚS MASANA MONISTIROL

Analizando imágenes

Estos días de primavera se presentan con un aliciente visual nuevo y dinamizador de la ano­dina vida ciudadana, la campa­ña para las elecciones al Parlamento Euro­peo.
Cada partido ha tomado posiciones en los espacios que a este efecto se han destinado en las vallas publicitarias y demás lugares estra­tégicos. En fraterna camaradería a veces, co­do a codo, empujándose o superponiéndose otras, arañándose, en fin, llenan los rectángu­los anunciadores.
Ahí están los Prepales, los Cedeeses, los Psoes, los Ius, los Pepés, cada cual en su ima­gen y su palabra escrita, sus "eslogans", su apariencia y subyacencia, su intencionalidad más o menos persuasoria.
Lo que se esconde tras esa parafernalia de gestos estudiados, de fotos de estudio, es el deseo de ser nuestros representantes en el fo­ro de Europa, esa panacea de los habitantes del norte y, por el momento, desbaratadora de los afanes laborales de los habitantes del sur, consolados con subvenciones monetarias.
Si analizarnos la boca de los posibles par­lamentarios europeos nos encontramos con un interesante muestrario que va desde la her­mética semioculta por el mostacho de Paco, pasando por el incipiente rictus sonriente de Calvo Ortega, la media sonrisa asomando ba­jo el bigote entrecano de Julio, el arquea-miento lineal de la boca de Abel y, por fin, la aparición de los blancos dientes —¿amenaza­dores?— de Fernando.
Si a la cantidad y el tamaño de los carteles nos atenemos, caemos en la cuenta del poder económico de quienes los han realizado, a costa de todos nosotros; los hay de tamaño folio, DIN A2, DIN Al...; unos partidos pre­sentan un solo cartel, otros dos, tres...
Si consideramos el color, seguiremos el camino que va del gris a toda la gama cromá­tica, siendo la intencionalidad y la voluntad pergeñadora de los mismos muy dispar, aun coincidiendo en el procedimiento. El humilde león rampante que acompaña la faz de Igle­sias comparte los grises con un cartel del PP, que puede llegar a confundirse con el pasquín anunciador de alguna película, como las que en estos días se proyectan en la capital: "Pro­posición indecente" y "Mi padre ¡qué ligue!". Según aquel cartelito, el español —prototípicamente apasionado—, lo debe ser de una Europa fría y con la cercanía física de la ca­ma ¿matrimonial?, ¿nubil?, ¿amatoria?, ¿in­cestuosa o masturbadora?
Sí los españoles somos parte de Europa, por qué se ha desdoblado la imagen de Espa­ña —el moreno muchacho de la foto— y a Europa —la evanescente muchacha/partener—; o, de otro modo, uno puede llegar a pensar, o sentir subliminalmente, que España está abrazándose a sí misma, ya que forma parte de Europa, sobre el papel al menos.
La idea de Europa no debe estar muy clara para este partido ni para el resto cuando mientras unos ni hablan de Europa en su ima­gen cartelera otros le cambian el nombre y la convierten en feudo de su ideología al rebau­tizarla como "Euiropa", y los demás nos re­miten al futuro para vivir mejor dejando ino­perante el hoy...
Los comentarios que pueden desprenderse de estas consideraciones quedan al arbitrio de cada cual, pero lo apuntado no deja de dar pie a la ambigüedad y mostrar el mal gusto de lo que nos regalan con este tipo de propaganda electoral.
Conclusión: sobran palabras, imágenes, papel mojado, tirado, subvencionado por el sufrido contribuyente, quien a la postre es el que sufre todo tipo de imprecisiones visuales y falsos mensajes.
No nos engañéis ya más ni hoy ni mañana, con las imágenes, con los mítines y con los hechos, señores políticos.

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