viernes, 24 de agosto de 2012

DIBUJOS DE LA PRIMERA ÉPOCA

La revisión del pasado lleva a contemplar las raíces y éstas, nutriéndose de ilusiones primerizas, de proyectos, que están en la trastienda de lo que uno realizó hace ya muchos años. Lo que de ello queda hoy es un itinerario que puede llevar a la consecución de los sueños que nublan la vejez de los primeros dibujos, realizados en la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona entre los años 1970-1975.
Aquí hay una pequeña muestra.

lunes, 13 de agosto de 2012

Rincones de una ciudad antigua.

Zamora es una ciudad cargada de Historia y de historias; sus rincones dan fe del arte y el carácter de sus gentes.

 Pero, hay de todo...


PIEDRAS QUE HABLAN, O CASI... JESÚS MASANA MONISTIROL

Hoy vamos de piedras de murallas, las de antes, que servían para defenderse de los ataques del enemigo (y para echar, tras ellas lo que no servía, la basura), que definían, en fin, la ciudad a la que abrazaban.
Había un protocolo, unas costumbres muralliles: Vigías en las almenas, albañiles y guardianes de las puertas, que cuidaban del sagrado menester de abrirlas al salir el sol; la noche, la avisadora del cierre.
El paso del tiempo ha hecho cambiar no solo el aspecto de las piedras sino su función y hasta su existencia.
La ciudad fue creciendo poco a poco y a golpe de piqueta ha hecho desaparecer metros, tramos, kilómetros de muralla; no ha necesitado ya su protección ni ha sido consciente de futuras necesidades que podrían solucionarse con su conservación. La ignorancia, la especulación, el reaprovechamiento de los sillares pétreos han dejado Zamora como está: a vista de pájaro y tomando la muralla cual dentadura, como boca desdentada, trozo/diente aquí, tramo/muela, allá... Pero eso sí, conservando su fuerza y su gracia.
Desaparecieron por fortuna los antiguos e históricos asaltantes, foráneos o hermanos, pero están surgiendo otros, hijos de la propia ciudad, que teatralizan con cruel realismo, semana tras semana, las gestas de aquellos romanos, árabes, Sanchos, franceses...
El espíritu que animó a los defensores de antaño se ha desvanecido ya y no acompaña a los sufridos habitante de hoy, que tras las murallas, asisten a la barbarie de la hordas modernas.
Sólo algunos cubos y lienzos de muralla resisten han resistido a la especulación, la ignorancia, la desidia de los tiempos y de quienes transitaron a su vera o edificaron sus casas aprovechando sus piedras arrancadas, apoyados , arrimados, superpuestos a aquélla; con la modernidad de un nuevo peligro: el botellón...
Estos días nos contemplan con languidez los restos de lo que fuera la puerta de Santa Clara, a dos palmos del nivel de la calle actual, interrogando al viandante qué va a ser de ellos... Los planos modernos están ahí y la “la vida sigue”: quedarán de nuevo bajo tierra y en los anales de los archivos de Patrimonio en forma de plano y en papel fotográfico. Entre las defensivas piedras de antaño correrán las fibras ópticas, los tubos de telefonía, los gases domésticos, los hilos eléctricos...
Tras el levantamiento de la planimetría del lugar histórico devolverá al silencio de los ya olvidados los restos de unas piedras que vergonzantemente ocultarán su rostro para que el de otros seres, humanos éstos, con el suyo en apariencia normal pero realmente, “de piedra”.
¿No valdría una simbólica muestra de cultura dejarlos a la vista o como mínimo levantar un indicador ilustrando el hecho, que se ocultará en breve, a las miradas del habitante y del foráneo?
Mas aunque se escondan nuevamente estas vetustas piedras centenarias, correrán mejor suerte que sus hermanas, que todavía en su lugar primigenio, soportan la ignominia, los ataque de los propios habitantes de la histórica urbe milenaria: la murallas de S. Martín. Las otrora atacadas por vándalos, romanos, árabes o el regio hermano de Dª Urraca, son claveteadas por las esquirlas del botellón, furiosamente catapultado por brazos juveniles, ahítos de droga, mascando ya la su propia derrota de final de juerga cada amanecer de sábado y de domingo...
El paseante de las nueve de la mañana no podrá contemplar ya los restos de la batalla ni el rastro del campamento juvenil en los recién barridos jardines de la Bajada de S. Martín. Papeles, bolsas, vasos y elementos para el olvido o la reflexión de padres, psicólogos, educadores y de los propios jóvenes, contenedores abiertos y volcados, botellas, botellines y botellones han sido guardados en el común lugar de las miserias ciudadanas en las tripas de un camión de la basura...
A las siete de la mañana, cuando por cuesta arriba o cuesta abajo se pierden los últimos pasos de “asaltantes” de la ciudad, puede contemplarse el espectáculo de una vergüenza ciudadana: la impotencia de vivir en la normalidad, la prepotencia de una cultura que está haciendo del placer inmediato el fin último de la existencia, el espectáculo de una juventud depauperada en valores que ha roto las normales ataduras del respeto al otro y a sí mismo y se está ligando con grilletes de esclavitud del hedonismo más aniquilante.
¿Cómo se va a esperar que se respeten los muros de la ciudad si antes no se respeta uno a sí mismo?
Tenemos todos una labor por delante: salvar las murallas y a sus asaltantes, que son nuestros hijos. ¿Es educativo que les barramos sus desperdicio; que ocultemos vergonzantemente los destrozos que han ocasionado los delirios de una borrachera endémica y permisiva? Paseemos sí por la Calle Santa Clara, incluso sobre los restos de las murallas que pronto serán soterradas, pero hagámoslo también por S. Martín, a las siete de la mañana y tal vez se nos ocurran ideas nuevas para ayudar a nuestra juventud, para salvar a todos los habitantes de esta noble y entrañable ciudad que es Zamora.
Las murallas han hablado.
                                       
                             Foto J. Masana (7.00 AM – 7-05-06) – Parque de SAN MARTIN
                             Al fondo, iluminada por la primera luz del día, la iglesia de S. Isidoro. 


jueves, 9 de agosto de 2012

Bodegones y flores













Bodegones y flores para alegrar cualquier rincón del alma.
El realismo es una forma de llegar más lejos y más profundamente en el sentimiento del que ve, siente  tiene capacidad de amar.