miércoles, 19 de septiembre de 2012

DE TOROS

HOMENAJE A LA ESTÉTICA DE LOS TOROS.









Por la vida


MATERNIDAD Jesús Masana Monistirol

Madres hay muchas, maternidades, también. La creatividad es maternidad. En estos momentos soy madre de este homenaje a la Madre. La maternidad, como poder transmisor de vida biológica ha sido conferida, entre los humanos, a la mujer. Algo maravilloso, importante revolucionario debe tener este poder vital femenino cuando esa otra maternidad-creatividad llamada ciencia ha hundido sus manos enguantadas en él y como extrañas "comadronas", que no madres, sin derecho propio, ha inventando madres-provetas y fecundaciones artificiales "in
vitro". Lo tierno, entrañable y humano de la madre-mujer esperando,
junto al padre-hombre, el nacimiento de un descendiente, está
dejando paso a la psudociencia de los investigadores-madre,
clonizadores, compradores de semen errante en recipientes de
cristal y óvulos de mujeres "desmadradas".
La narración bíblica de la creación sobre la faz de tierra es un canto a la entrañable maternidad de Dios. La maternidad humana participa así de la divina y no sólo como un mero instrumento generador inicial sino como voluntario y
amoroso impulso que lenta y sabiamente gesta, pare y acompaña la
existencia del ser-hijo transmitiéndole los genes y el genio, las
costumbres, las propias experiencias educadoras, las pautas
sociales y hasta la propia maternidad, modelando la Historia a
impulsos de esta maternidad.
El devenir humano, desde sus comienzos, recuerda la
importancia que siempre ha tenido la madre, tanto en el diseño de
las sociedades antiguas, como en las más cercanas a nosotros y
aun en las actuales. Hoy nos debatimos en el centro de una crisis de identidad,
creyendo vivir en un "estatus" adulto, habiendo superado,
pensamos, los peores años del vaivén entre el matriarcado y el
machismo, entre la continuada represión de la fuerza física y la
obligada sumisión impotente del débil, entre la esclavitud y la
libertad. No podemos sin embargo vanagloriarnos de pertenecer a una
sociedad adulta cuando estamos inmersos en la falacia de la
eutanasia y el aborto -selectivo o no-, que en aras de la
libertad, sacrifica al que no se puede defender o que engaña a
quien no ha descubierto, durante los años de vida ya
transcurridos el sentido real del placer y del dolor, porque una
voz maternal no ha comunicado la existencia de un hogar donde
puede verse satisfecho su deseo de felicidad, para afrontar la
vida sin tener miedo y sin producirlo.
No hemos evolucionado tanto en comparación con los pobladores de "Atapuerca" cuando hoy muchas mujeres mueren a manos de "compañeros" incapaces de asumir ningún tipo de limitación, marcadores de un atroz final teñido de sangre. También hay algunas madres a quienes les viene demasiado grande este don, que pierden, abandonan, no pueden querer... Pero,gracias a una maternidad bien entendida, muchas mujeres con uno o muchos hijos, mujeres sin hijos de su propia sangre pero con el corazón tan maternal como las primeras, han hecho posible lo que de bueno, generoso y progresivo hace latir este mundo nuestro desde que el primer ser humano comenzó a pisar su superficie hecha de jóvenes hierbas y animales recién inventados.
   Gracias a tantas madres y a la mía puedo dedicarles hoy yo
mismo, cercano ya el final del tercer milenio, este canto a la
maternidad.