En
estos momentos, en el siglo XXI, ahíto de tramas,
sustracciones,
corrupciones a todos los niveles, con el desencanto
anclado
en lo más profundo de la sociedad, recuerdo estos
pensamientos
emanados hace más de veinte años, cuando garabateaba
pensamientos
de actualidad, relacionados con mi labor pedagógica en
un
vetusto instituto de Zamora, rehabilitado hacía poco.
Ojalá
dentro de otros veinte años ya no tenga sentido lamentarse de
la poca
sensatez que aún serpentea por doquier.
MICROCOSMO (La Opinión de Zamora, Viernes, 27
Nov. 1992)
Jesús
Masana Monistirol
Rodeados
por doquier de tanto románico se nos viene a la
mente
ese hallazgo de nuestros antepasados, que a ellos les
sirvió
para estructurar toda una cultura de la que aún hoy
recibimos
mensajes aleccionadores: que lo grande, se repite en
lo
pequeño, que el MACROCOSMO está en
el MICROCOSMO, que el
hombre
explica todo lo creado. Es un mensaje apocalíptico, que
no catastrofista,
sino manifestación de las cosas que han de
ocurrir
en los últimos tiempos, en los que según parece nos
ha
tocado vivir...
Porque también hoy el hombre repite el
devenir del
universo,
es una línea paralela junto a otra, a infinitas
líneas dirigidas hacia un mismo fin, no
siempre conocido.
¡Cómo está el mundo! Redondo él, con
todo lo del ozono, eso
otro de
las guerras, el hambre, los bosnios...
¡Cómo está nuestra nación! Con los
dispendios, los "pufos"
de las
comisiones, los "maastricht", las "filesas", las
encuestas,
las devaluaciones, las oscuras muertes
xenófobas...
¡Cómo está la ciudad! Con sus calles,
reflejo en pequeño
del
mismo percal; esas casas que se caen, esos puntos azules
de la
ORA clavados en la acera ya de por sí exigua, esos otros
puntos
punzantes de jeringas amenazadoras, esos impuestos, esa
muerte
agazapada aquí y allí...Cómo está el Instituto, "El Claudio"!
Talmente como la ciudad,
el país o el mundo, no nos engañemos.
Parece tan mono desde
fuera y tal vez también desde dentro...
Pero resulta que se ha
comenzado a vivir en él sin permiso de Industria.
Estamos
usando la luz, la calefacción, etc., pero por las
buenas.
Naturalmente, el ascensor, elemento nuevo desde la
remodelación,
está parado por aquello de que sería
muy
engorroso
tener un accidente en estas circunstancias. Nadie
parece
querer asumir la responsabilidad del mencionado trámite
burocrático.
Industria pide la colocación de un grupo
electrógeno que la empresa constructora no ha ubicado por
razones
que ella juzga de peso; mientras tanto,
como el
tiempo
apremiaba, Delegación de Enseñanza dio el "placet" para
comenzar
el curso; la dirección del centro y el Consejo
Escolar
pasan del asunto y gestionan que la situación se
normalice,
pero se lavan las manos. Los padres quedan
informados
de este asunto si es que no lo estaban, porque
hasta
el momento no han dicho ni pío, teniendo
a sus hijos en
una
situación no ciertamente aceptable legal y físicamente;
algunos
de ellos tienen serias y a veces insalvables
dificultades
en acceder a sus aulas por falta del elevador
parado
"burrocráticamente".
Hay más "cositas", como escaleras
interminables y con un
desnivel
arquitectónicamente criticable; aulas con menor
capacidad
que las antiguas, algún lavabo sin grifería,
radiadores
goteantes... ¿Se puede vivir en un
edificio del
que no
se ha efectuado entrega de obra? Legalmente, no lo sé,
pero
que vivimos y admiramos el Instituto "Claudio" desde hace poco más
de un mes,
sí es posible.
¡Cómo estamos todos! Cada uno somos un mundo,
una nación,
una
ciudad, un "Claudio", tal vez hasta remozados, peinaditos,
pero, cómo
somos...
MICROCOSMO.
¿Catastrofismo? No, realismo, desde el que la reflexión y
la búsqueda
de soluciones se podrá hallar un camino en algún
rincón
del mundo, el país, la ciudad, el
Instituto o de uno
mismo
para salir de la mediocridad. Creo que ello es posible,
tal vez
dejándonos adoctrinar por el románico.