martes, 1 de enero de 2013

Comienza el año: ¿Se puede?

¿SE PUEDE?           Jesús Masana Monistirol.
Ha sonado el timbre llamando al personal; alumnos y
profesores se van incorporando a sus respectivos puestos de
trabajo en las distintas aulas del centro; son las 15,30.
  El curso se ha reanudado tras los días festivamente
vacacionales de las Navidades y los Reyes. El aula número
cinco no está  llena del todo tras la llamada eléctrica,
 pasados los primeros minutos de margen deambulatorio; la mitad
de los alumnos y el profesor esperan, trabajando,  el acceso
de  otra remesa de chicos y chicas que entran, a intervalos,
en los quince minutos siguientes... No se completarán con todo
los espacios discentes ya que dos alumnos no entrar n hoy a
clase, enfermos(?), despistados(?),  ni con un "generoso"
margen de cincuenta minutos (que es el tiempo que dura la
misma).   El sistema de acceso de los que, a cuentagotas y
digámoslo ya, llegan tarde a clase, es mimético: unos
golpecitos en la puerta y un asomarse al interior del aula
preguntando "¿se puede?". El profesor se encarga de darles o
 no el asentimiento mientras su mente  inquiere: "¿Preguntan si
pueden pasar a trabajar o  tal vez si pueden llegar tarde,
burlándose de la "seriedad" profesional de quienes han acudido
al recinto en el primer momento y de su propia estima
personal?" Las excusas por tal demora pueden ser varias y la situación
no parece tan importante como para alarmarse... a primera
vista; mas ello esconde una hecho palpable, una manera de
hacer las cosas, una actitud y, cuando hay actitudes, hay que
analizar hasta que punto pueden llevar estas. Este talante en
afrontar el trabajo (ahora es la clase) aflorar  más adelante
si no es encauzado a tiempo, si no se corrige, si no se
revisan los motivos que llevan a actuar de esta determinada
manera, por  actitudes, por ideales, por finalidades que
marquen otra forma de ser, por nuevas actitudes operativas que
conducirán a trabajar, más adelante, en ámbitos más duros que
el del aula escolar, mas imperiosamente necesarios para poder
vivir honestamente. Más tarde se dirá, si no se corrige
adecuadamente esta indolencia y falta de interés en la
puntualidad: "¿se puede...  llegar tarde al trabajo?" "¿Se
puede decir... ir‚ a arreglarle el televisor de una a dos y no
aparecer tras cuatro llamadas...?" "¿Se puede... pasar el
semáforo en  ámbar-rojo?" "¿Se puede... tirar cáscaras,
papeles, botellas, litronas, etc., en la calle?" "¿Se puede
romper... farolas, árboles, bancos públicos?"Por todo ello  se impone un gran STOP. Algunos profesores
lo enarbolan cuando sus alumnos llegan a clase más tarde que
ellos; aquéllos se quedan fuera del aula, rumiando, se imagina
uno, la propia insensatez (¿o la osadía del profesor en
cerrarles el paso a la cultura de los cincuenta minutos
siguientes?). Justificada o no tal manera de proceder nos
proyectamos al "mañana", cuando uno de esos alumnos
"tardones" llegue a pedir un puesto de trabajo y se levante
ante él el STOP de otro que ha llegado antes por su mejor
preparación o incluso porque madrugó y no esperó a tomarse ni
el café y eso que venía de fuera, de otras ciudades en las que
el día comienza antes de que salga el sol... y eso está  a la
vuelta de la esquina cuando aparezca lo del mercado libre, por
ejemplo.   La puerta del aula de la vida en serio, está 
 aún abierta
pero se puede cerrar en cualquier momento con un cierre
definitivo y uno puede quedar fuera a muy temprana edad, sin
necesidad de esperar a eso de el día de mañana. Fuera, en el
pasillo, se está  mal  viendo desfilar a los otros;  ahí están,
 mal sentados en un banco de madera, quienes se han enganchado
al carro de la indolencia, de la apatía y el desencanto de la
droga consumista o la droga-droga que es rechinar de dientes,
mientras dentro banquetean los que viven con los pies en el
suelo, con la puntualidad en la punta de los dedos
garabateando signos, dibujando futuro.
   Los materiales para la propia construcción y la de los
demás están dentro del aula, fuera de ella están sólo los
pasillos que son eso, lugares de paso donde uno no puede
encontrar su realización de forma permanente…
   Por el fondo vienen uno, dos, tres corriendo,  llaman a la
puerta y llaman: "¿Se puede?" Han llegado tarde. 


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