¿SE
PUEDE? Jesús Masana Monistirol.
Ha
sonado el timbre llamando al personal; alumnos y
profesores
se van incorporando a sus respectivos puestos de
trabajo
en las distintas aulas del centro; son las 15,30.
El curso se ha reanudado tras los días
festivamente
vacacionales
de las Navidades y los Reyes. El aula número
cinco
no está llena del todo tras la llamada eléctrica,
pasados los primeros minutos de margen
deambulatorio; la mitad
de los
alumnos y el profesor esperan, trabajando,
el acceso
de otra remesa de chicos y chicas que entran, a
intervalos,
en los
quince minutos siguientes... No se completarán con todo
los
espacios discentes ya que dos alumnos no entrar n hoy a
clase,
enfermos(?), despistados(?), ni con un
"generoso"
margen
de cincuenta minutos (que es el tiempo que dura la
misma). El sistema de acceso de los que, a
cuentagotas y
digámoslo
ya, llegan tarde a clase, es mimético: unos
golpecitos
en la puerta y un asomarse al interior del aula
preguntando
"¿se puede?". El profesor se encarga de darles o
no el asentimiento mientras su mente inquiere: "¿Preguntan si
pueden
pasar a trabajar o tal vez si pueden
llegar tarde,
burlándose
de la "seriedad" profesional de quienes han acudido
al
recinto en el primer momento y de su propia estima
personal?"
Las excusas por tal demora pueden ser varias y la situación
no
parece tan importante como para alarmarse... a primera
vista;
mas ello esconde una hecho palpable, una manera de
hacer
las cosas, una actitud y, cuando hay actitudes, hay que
analizar
hasta que punto pueden llevar estas. Este talante en
afrontar
el trabajo (ahora es la clase) aflorar más adelante
si no
es encauzado a tiempo, si no se corrige, si no se
revisan
los motivos que llevan a actuar de esta determinada
manera,
por actitudes, por ideales, por
finalidades que
marquen
otra forma de ser, por nuevas actitudes operativas que
conducirán
a trabajar, más adelante, en ámbitos más duros que
el del
aula escolar, mas imperiosamente necesarios para poder
vivir
honestamente. Más tarde se dirá, si no se corrige
adecuadamente
esta indolencia y falta de interés en la
puntualidad:
"¿se puede... llegar tarde al
trabajo?" "¿Se
puede
decir... ir‚ a arreglarle el televisor de una a dos y no
aparecer
tras cuatro llamadas...?" "¿Se puede... pasar el
semáforo
en ámbar-rojo?" "¿Se puede... tirar cáscaras,
papeles,
botellas, litronas, etc., en la calle?" "¿Se puede
romper...
farolas, árboles, bancos públicos?"Por todo ello se impone un gran STOP. Algunos profesores
lo
enarbolan cuando sus alumnos llegan a clase más tarde que
ellos;
aquéllos se quedan fuera del aula, rumiando, se imagina
uno, la
propia insensatez (¿o la osadía del profesor en
cerrarles
el paso a la cultura de los cincuenta minutos
siguientes?).
Justificada o no tal manera de proceder nos
proyectamos
al "mañana", cuando uno de esos alumnos
"tardones"
llegue a pedir un puesto de trabajo y se levante
ante él
el STOP de otro que ha llegado antes por su mejor
preparación
o incluso porque madrugó y no esperó a tomarse ni
el café
y eso que venía de fuera, de otras ciudades en las que
el día
comienza antes de que salga el sol... y eso está a la
vuelta
de la esquina cuando aparezca lo del mercado libre, por
ejemplo. La puerta del aula de la vida en serio,
está
aún abierta
pero se
puede cerrar en cualquier momento con un cierre
definitivo
y uno puede quedar fuera a muy temprana edad, sin
necesidad
de esperar a eso de el día de mañana. Fuera, en el
pasillo,
se está mal viendo desfilar a los
otros; ahí están,
mal sentados en un banco de madera, quienes se
han enganchado
al
carro de la indolencia, de la apatía y el desencanto de la
droga
consumista o la droga-droga que es rechinar de dientes,
mientras
dentro banquetean los que viven con los pies en el
suelo,
con la puntualidad en la punta de los dedos
garabateando
signos, dibujando futuro.
Los materiales para la propia construcción y
la de los
demás
están dentro del aula, fuera de ella están sólo los
pasillos
que son eso, lugares de paso donde uno no puede
encontrar
su realización de forma permanente…
Por el fondo vienen uno, dos, tres
corriendo, llaman a la
puerta
y llaman: "¿Se puede?" Han llegado tarde.
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