jueves, 24 de enero de 2013

UN DÍA DE FRÍO


UN DIA DE FRIO

(El Corrreo de Zamora, martes, 4 de Febrero de 1992)

Este invierno es de los que marcan época por lo frío y porque
nos ha pillado en plena campaña de recopilación de papeles por
mor de los traslados y el acceso a cátedra, vía méritos
personales, cursillos y antigüedad  en el cuerpo o en el último
destino.
  Eso de valorar los pelajes académicos es muy delicado, porque hay profesores
que han realizado cursillos en el año "catapum", en  que no se
contabilizaban las horas, pero ahora resulta que hay que
especificar las horas de todo curso o cursillo y los organismos
que en su día los convocaron se las ven y se las desean para
calcular, redondear y emitir o no su cuantificación certificada,
no siendo ésta siempre justa si se tienen en cuentan los
comentarios que por ahí circulan. La justicia es realmente ciega
y no es capaz de percibir y calibrar no ya estas cualidades sino
otras de toda índole que el sufrido profesor atesora, no tan sólo
en un cursillo, sino en cada minuto del día y más si éste se
presenta frío, gélido, en el aula, en los pasillos,  en la sala
de profesores, en el instituto todo.
   Hoy es uno de esos días excepcionales -hay que decirlo- en
los que la calefacción ha dejado de funcionar. Es un día a tener
en cuenta para una imaginaria hoja de méritos especiales que
debería sumarse a las otras de los cursillos oficiales; bueno, y
los días en que los radiadores emanan un insoportable calor;
esos,  deberían también tenerse en cuenta, aunque, personalmente,
los valoraría a la mitad comparados con el día que frío.  
 El caso es que en el posible certificado por este día de sufrimiento
antártico sólo podrían ser contabilizadas, en la mayoría de los
casos, tres horas, las que el personal discente aguantó en las
aulas... Luego, se esfumó en su mayoría; los profesores, sin
alumnos, se quedaron desconcertados, sin aliciente ni motivación
y desfilaron, siguiendo sus apresurados y ruidosos pasos hacia la
más gélida calle.
  ¿Por qué no se prolongó el horario lectivo más allá de esas
tres horas? Sencillamente,  Dirección, pasando por encima de sus
propios intereses, despreciando la posibilidad de almacenar todas
la horas de ese lunes de frialdad para un merecido reconocimiento
oficial, optó por convocar maternalmente a los delegados y
hacerles ver lo frío del ambiente y la posibilidad que teñían de
tomar una "decisión responsable" por si sus juveniles cuerpos y
los de sus compañeros, a los que representaban, no fueran capaces
de aguantar la inclemencia del tiempo hasta las diez menos cuarto
de la noche.
  En la cuarta hora lectiva, con el instituto casi vacío, el
aula número cinco  vio aparecer siete alumnos y  al profesor,
también; uno de aquellos  estuvo trabajando con los brazos
arremangados -los hay atrevidos-.
 Ni el calor ni el frío ni nada que se interponga a un mínimo
esfuerzo y autocontrol que potencie las esferas operativas,
educacionalmente hablando, pueden por sí solos, de momento,
mover a nuestros alumnos ni a otras personas que ya no lo son,
para hacer que la enseñanza funcione normalmente, ni que el
recinto didáctico se llene con profesores y alumnos aplicados a
una educación para la vida, que pide un poco más de esfuerzo a
cuatro bandas -alumnos, profesores, sociedad y gobierno- de
ese tablero de juego que se llama aula y que casi se calienta
(físicamente) con el calor animal...
  Oficialmente, lo que cuenta son los méritos fácilmente
computables, es decir, las  horas de cursos y cursillos, porque ni el frío,
ni el calor, ni el esforzado trabajo diario -siempre extraordinario-, ni los ejemplos
y sabios consejos, son mensurables en estos menesteres
burocráticamente necesarios a la hora de cambiar de instituto,
para acceder a un cuerpo superior en la enseñanza, para potenciar
las facultades de nuestros alumnos y para mejorar su  demacrada y
helada faz.  



1 comentario:

  1. Todos pasamos frío alguna vez así como otras limitaciones para educar a quienes deberán formarse y llegar a ser quienes dirijan esta sociedad.

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