viernes, 21 de junio de 2013

Llegó el verano



LAS FIESTAS POPULARES            Jesús Masana Monistirol
   Los Ayuntamientos se las ven y se las desean para tener
contento al pueblo –futuro electorado-; colocan muchas bombillas
eléctricas en las calles más adecuadas en vistas al voto
favorable en las próximas municipales;  hacen contratos
millonarios con fabulosos grupos de gente que dicen que cantan
muy bien, con el fin de tener contento al personal de diez y ocho
años, no sea que se ponga "mosca" y vote al partido de la
oposición, cuando llegue  el momento; hasta los hijos de los
electores, los pequeños, disponen de juegos temporeros y se lo
pasan "chupi". Desde la mañana hasta el amanecer todo es una gran
fiesta popular. Ha llegado la fecha,  en el inicio del verano,  y
aunque este año no haya habido  cosecha, da lo mismo, toca hacer
fiesta y se hace; porque, en el principio, la fiesta era una
consecuencia de los trabajos y frutos del año; más tarde se
cristianizó y un Santo capitalizó los días de agradecimiento
anual; ahora se hace fiesta por la fiesta y, por encima de todo,
teniendo como fondo las próximas elecciones... El pueblo está 
contento con el "panem et circenses".
 La multitud vociferante vomita sus borracheras multicolores a
la luz del sol y de las luces festivas de la noche, imitando a
los ídolos de la canción -alquilados por la Comisión de Fiestas-,
que se preparan en cada actuación para  repetir sus mensajes
esotéricos con la fuerza de la inhalación, la bebida,  la fumada
o la infiltración -ya que de su mente de personas sensatas no
podrían brotar las absurdas letras sin horizonte definido,
mezcladas con insoportables volúmenes de decibelios que
ensordecen la luz de la luna-... 
 En la misma sala aséptica de urgencias del hospital un miembro
del grupo musical que acaba de dar -cobrar- el recital es
atendido de la enésima reacción etílica, junto a cinco o seis
ciudadanos que lo han escuchado, coreado e imitado en todo:
ahora, todos juntos,  forman otra original agrupación que emite
ruidos dignos de ser llevados a un disco para ser trasmitido por
los mismos altavoces que, momentos antes, bramaban la última
canción de moda.
 La gente camina de aquí para allá, arrastrando a los niños
hasta las tantas de la noche, en una especie de paseo iniciático,
buscando no sé qué... Puede que falten aún algunas bombillas más
para descubrir lo que realmente hace falta, porque bajo los
millares de puntos luminosos, formando dibujos geométricos sobre
las cabezas de los transeúntes, la droga circula más libremente
que en los días ordinarios, hay más hurtos -más negocio-, más
accidentes de toda clase, más insatisfacción...
   Se impone revisar todo eso; buscar las raíces auténticas de
las fiestas populares y, como primera medida, ahorrarse tantas
lucecitas callejeras para que, como mínimo, los Ayuntamientos no
despilfarren los dineros del contribuyente en beneficio de intereses partidistas, en un tiempo de austeridad "convergen,en aras de la sinceridad administrativa; de otro modo lo que
realmente queda iluminado es el trasfondo de las fiestas, la
falta de principios y la pérdida de un fin plausible. 


miércoles, 19 de junio de 2013

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ELECCIONES MEDIEVALES     Jesús Masana Monistirol


Detalles de dos capiteles del  presbiterio de Chauvigny, (Francia).

    Desde las profundidades de la memoria histórica medieval aparecen imágenes de cariz propagandístico de las que beben los carteles que hoy invaden nuestra vida, cuando hay elecciones. Entonces se trataba de valorar  lo mejor que tenía el ser humano, su trascendencia, y se luchaba para potenciar el discernimiento entre lo efímero y lo eterno; ahora, para dar al ciudadano “calidad de vida”, un paquete en el que puede entrar de todo.
   Por medio de la decoración de las iglesias y con la liturgia que en ellas se desarrollaba, desde las lecturas de los libros piadosos y las imágenes de los Beatos, se adoctrinaba a la “ciudadanía” con el fin de coordinar una sociedad con  parámetros de convivencia suficientemente sólidos  y por ello, duraderos.
   Esta oferta visual y vivencial ha llegado hasta nosotros. Ahí están nuestras iglesias románicas de Zamora y sus hermanas del resto de  Europa. De una de ellas hemos sacado dos imágenes que pueden ilustrar nuestros asertos.
   Las campañas electorales no son originales y paradójicamente, utilizan fuentes cristianas, recurriendo subliminalmente a ellas con los mismos recursos visuales.
   En el cartel de un partido fundamentalmente anticristiano, aparece el signo + medio ladeado, una cruz ambigua, como la que muestra el demonio de un capitel de la iglesia románica de Chauvigny, remedo de la cruz cristiana, que la “mona” de Dios –así denominado Satanás por los escritores cristianos- muestra a sus seguidores, con una sonrisa fingida, del más puro cariz propagandístico, franqueado por dos acólitos, que no han encontrado aún un disfraz, pero que muestran su satisfacción animalesca.
   La imagen que acompaña a la anterior no ofrece ninguna duda y desarrolla plenamente la doctrina contenida en el libro que ostenta la cruz oblicua: el que sigue sus doctrinas será engullido sin remedio por quien las difundió.
   Desde las pilosidades más pequeñas de las raíces de la Historia medieval llegan hasta nosotros las enseñanzas de los Beatos, realizados no muy lejos de donde nos hallamos, en el monasterio de Tábara; en ellos se describe lo que va a ocurrir en “los últimos tiempos”, los actuales. Entre avisos celestiales y cataclismos terráqueos, aparecen los ángeles, luchando contra los que siguen al Gran Dragón, la Serpiente de siete cabezas y diez cuernos, el que está marcado con un número es el 666. Sus seguidores llevan la señal en la mano. Esa mano cerrada con el índice arqueado, signo identificador de otro partido, qué es sino un seis, que identifica un proselitismo evidente y una llamada a recordar su contenido apocalíptico.
   Pretenciosamente, la mayoría de los partidos, en unas elecciones generales, se equiparan, por los signos con los que se identifican y las doctrinas que propalan, en lo que aquellos libros, escritos sobre piel de cabra, vaticinaban para este siglo. Ha aparecido una especie de  Anticristo cuyas señales aparecen por todas partes: La imposición de una enseñanza totalitaria para “educar a la ciudadanía” en principios ateos y antihumanos, el desprecio a la vida de los no nacidos, la eutanasia, la manipulación de la vida sin ningún freno ético ni moral, es admitido y legalizado por una  mayoría que hace bueno lo que se le acomoda.
   Tal atrevimiento llega a crear la confusión, al usar términos que habitualmente se utilizan en la vida de la fe en Dios;  para convertirlas en slogan de una campaña que invita en dar el voto para que, quien obtenga la mayoría, haga lo que le apetezca, al colocarse en sitio de aquél.
    “Motivos para creer”, “Votar con todas las fuerzas”, “Con la cabeza y el corazón”, son otros tantas llamadas entroncadas en el mundo de la cultura cristiana, que es orillada habitualmente por los que desatan estas campañas publicitarias, pero de la que se sirven cuando les interesa.
   Dar un mitin en una iglesia, con un crucifijo detrás y mentar la fe, con un contenido electoralista, para apoyar un programa en el que  no se tiene en cuenta a quienes creen en Dios, es una temeridad, por etiquetar la acción de una forma benévola. A quien se ama con todo el “corazón” y con “todas las fuerzas” es a Dios y no a unas promesas que nunca se llegan a cumplir o que están mezcladas con tantos intereses espurios.
   Los votantes de a pie pedimos que no se nos manipule tan fehacientemente y que se llame al pan, pan y a la política, ¿qué?
   Mejor nos iría si contempláramos más a menudo los capiteles y las piedras todas del románico zamorano, o de otra parte, leyendo su mensaje perenne.
   Bienvenidos con todo los carteles de propaganda por recordarnos que tenemos raíces y que éstas están bien fundamentadas en la cultura cristiana, fundamento de España y de Europa.