viernes, 12 de diciembre de 2014

ESTEMUNDO 11

— No quiero que me acompañe nadie: iré yo solo.
Andando, andando, se pasó toda la mañana.
Oscurecía cuando observó sus huellas en la senda que conducía a la Colina de las Hierbas. Hacia la izquierda... Una gruta negra y, al fondo, una cosa que brillaba extrañamente:¡La bola mágica de cristal!
Estaba ya dentro de la gruta natural. Ante la esfera. A su espalda sonó un agudo sonido.
-¡UH!
Rápidamente volvió la cara y vio al niño idiota riéndose del susto que le había dado.
El rey le señaló la bola redonda, pero el niño no se movió.
Miró entonces la misteriosa bola y en su interior vio muchos hombres; el niño idiota se acercó;  con sus ojos inexpresivos, contempló lo mismo.
Aquellos rostros de gente mayor miraban fieramente al rey: querían arrebatarle su mundo.
La angustia subió hasta su garganta y comenzó a correr hacia su  palacio. El niño idiota estaba boquiabierto mirando cómo se alejaba de su lado.
Llegó a palacio y gritó a todos desde el balcón.
- ¡El niño loco está en el monte!

   Dan estaba a su lado y comprendía lo que le pasaba. El nuevo rey quería estar siempre con él y aquellos personajes pequeños,  pero sentía en su interior un extraño sentimiento que le alejaba también de aquel mundo imaginario.   
— Dan —gritó- cierra todas las ventanas. No quiero que me miren aquellos hombres…
El geniecillo obedeció, pero él seguía viendo aquellos rostros serios y hasta le pareció escuchar una palabra que colmó su intranquilidad.
-  …¡Egoísta… egoísta!


  - ¡Si, soy un egoísta!
  Se puso las manos sobre el rostro y prorrumpió en un sollozo convulso.

 Aquella sola palabra le llevó a su verdadero mundo, al que había llamado "el mundo de los hombres".
 La noche sobre su huerto había avanzado.
Estemundo quedaba lejos, en las sombras de un pensamiento inmaduro.
El niño idiota sería su nuevo rey, el rey de Estemundo, su auténtico rey, con derecho para vivir en un mundo a su medida…
El mundo de los hombres era el verdadero mundo para quien se había llamado Este, en otro momento en que creía haber encontrado la paz en su imaginación en la que él era el centro.
  El miedo a crecer quedaba poco a poco atrás porque ahora comenzaba a tomar cuerpo en su mente la comprensión de los demás, vivir en la realidad, a veces dura…
   Allí, sentado en una piedra del huerto, había pasado, en un momento, de los sueños infantiles al necesario proceso de crecimiento, poco a poco, hacia la edad adulta, responsable en el trabajo de cada día y huyendo de los sueños infantiles de una noche. 


                                                               FIN

domingo, 23 de noviembre de 2014

vida

La libertad se convierte en opresión y autodestrucción cuando es utilizada para justificar posiciones ególatras alimentadas por el miedo al

sufrimiento. Esta sociedad camina por este fatal camino.



viernes, 14 de noviembre de 2014

ESTEMUNDO 10

EL NIÑO DIFERENTE
Un día,cayó del cielo un  niño  diferente, con la cara de ojos de colores distintos, la boca caída, las orejas grandes: daban ganas de ayudarle…
Los geniecillos se lo trajeron al nuevo rey entre risas de admiración y contento.
- Dan, mira qué niño.
- Viene a vivir con nosotros...
 - No puede,   es raro, hace tonterías –dijo el rey, sin ocultar su repulsión.     
-      Sí, Este, pero le ha gustado Estemundo y viene a vivir con nosotros. ¿No te alegra?
-      Yo... ¡Llamemos a la bruja para que lo cure!
El niño idiota no había hecho más que dar pequeñas exclamaciones, hasta aquel momento, pero cuando vio delante de sí la imponente figura de la vieja hechicera, dio un salto y se alejó corriendo, asuntado.
  Todos esperaban la orden para darle alcance.
  El rey lo dejó encapar hasta que se perdió de vista. Un miedo jamás sentido por él lo tenía agarrotado, mudo.
       
 ¡Se sentía destronado por un contrincante; Estemundo ya no era sólo para él!
¡Perseguidlo, traed al niño! ¡Puede hacernos daño!
Muchos obedecieron el mandato.
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  La bruja chillaba delante de del palacio.
Nadie lo había podido encontrar.
El rey se despertó sobresaltado.
   - ¡Me han robado mi bola mágica donde podía ver los peligros de Estemundo! –vociferaba la vieja.
   Dan se quedó guardando el palacio. El rey encabezó la búsqueda del “invasor”.

   

lunes, 10 de noviembre de 2014

ESTEMUNDO 9


Se inclinaba y veía su rostro arrugándose en la superficie ondulada del agua.      Los peces de la fuente sacaban su cabeza del agua para pronunciar su nombre para dejarlo navegar por la inquieta superficie como una hoja seca.
Era muy feliz.
-  Dan, ¿durará mucho esta dicha? Creo que todo esto es un sueño
-  Sí, Este, hasta que quieras... Mientras dure Estemudo, tu reino.
-  Dan, quiero que sea siempre así, siempre.
El pequeño amigo del niño se apenó.
- Estoy a punto de llorar, Este. Un día nos vas a dejar; lo sé, porque conozco tu corazón.
— No digas esto, es muy triste.
  — Es la verdad. Nosotros desapareceremos y nos odiarás cuando sólo seamos para ti un recuerdo de la niñez...
  - ¡No Dan, no quiero que os vayáis!


Una densa niebla se extendió por doquier.
- Es la Bruja que está alejando algún mal de Estemundo  -dijo Dan.
Los dos amigos comenzaron a andar hacia la choza donde habitaba la Bruja.       A través de la ventana la descubrieron mezclando raros potajes, gesticulando y pronunciando extraños sortilegios. 
 Ella no se dio cuenta de su presencia…
 Se colaron por una rendija de la puerta entrando estaba la bruja.   Se acurrucaron tras una gran tinaja espiando a la vociferante mujer.
- ¡Males, alejaos de Estemundo! -gritaba ella gesticulando sobre un fuego azulado que salía de una rara substancia. El humo procedía de la marmita que sostenía con una mano mientras con la otra agitaba una varita.
-¡Este humo ocultará Estemmdo a todos los males!
La bruja deambulaba de un parte a otra. De cuando en cuando miraba una gran bola de cristal donde se veían todas las cosas que podían hacer algún mal a Estemundo.
El nuevo rey quería acercarse un poco más pero Dan le asió por la manga y le hizo signos de negación con la cabeza.



  De pronto dejó de salir humo de la choza y todo volvió a la normalidad. El peligro había pasado.
- Vámonos, ya no peligro - habló Dan en voz baja.
Salieron de la casa de la vieja que se encontraba postrada en un rincón de la choza.
Volaron sobre tejados de hojas brillantes hasta el palacio real de ventanas de oro y columnas de mármol.
Hasta había soldados guardando los jardines y las puertas.

¡Él era el rey!

viernes, 7 de noviembre de 2014

ESTEMUNDO 8

                                                                  8
— ¡Yo soy vuestro rey!-exclamó el niño soñador.
- Que los sabios hagan músicas bonitas de muchos sonidos...
Los músicos iban y venían con grandes papeles y libros de cantos dorados.
Escribían, pensaban, miraban al cielo y garabateaban símbolos canturreando tonadillas.
Luego, a la vez, tomaron sus papales llenos de puntitos y líneas: cantaban, cantaban hasta que todo salía bien...Y, todo se llenaba de alegría de danzando por el aire, al compás.
Todos de distinto color. Unos signos sabían a rojo, azul, otros a amarillo, verde…
- ¿Cómo me llamo?  
- ¿Es verdad, no tienes nombre?
   - Soy un rey sin nombre...
   - No te preocupes; ahora mismo buscaré uno para ti.
   Era pequeño como ellos, los genios pequeñitos de sus cuentos. Po­día volar como ellos o habitar en las casas fabricadas en el interior de las setas pintadas. Dan, buscaría un nombre para él.
Los sabios que leen en las estrellas y tienen sombreros en forma de embudo con estrellitas de papel de plata , leerían en sus libros y encontrarían un nombre:¡ESTE!
- ¡Te llamarás así!
Todos cantaron su nombre: ¡Este!
A  él le gustaba mucho porque era algo para él sólo.
      Todo el cielo fue dibujado su nombre; mil estrellas se movieron para complacer al rey.
      Siempre le impuso cierto respeto, casi temor, la presencia de la Bruja, que estaba allí,  y gritaba también su nombre con una extraña sonrisa en su cara arrugada.
Todos gritaban al aire mi nombre: ¡Viva Este!
Todas las mañanitas salía a visitar la fuente Azul.



miércoles, 29 de octubre de 2014

ESTEMUNDO 7

7
Se alejó como había venido y repitió el mensaje veces y veces, hasta que   su voz no pudo más...
Estaba asombrado; a su lado, Dan sonreía satisfecho.
Él le había buscado un bonito nombre, un nombre pequeñito.
Grupos de músicos alegraban el ambiente, preparando el ánimo para las próximas fiestas.
 Sonaban largas trompetas y ondeaban al viento banderas y pancartas:
 -¡Viva nuestro rey!¡Viva su nuevo nombre!
 — ¡Estemundo está alegre!
Por el fondo venía ya el extraño cortejo de la Bruja, rodeada de geniecillos y de gran ruido.
 -¡Viva. Viva. Viva! ¡Venía la Bruja! Pero la bruja buena, que se paró ante el trono del rey, él, el niño que soñaba con gente muda en la noche de Estemundo!  
-¡¡Empiece la ceremonia!!
Todos formaron un gran corro. . Todos bailaban, cogidas las manos, cantando una canción extraña. Él se unió a sus cantos e intentó danzar con ellos.
 Pasaron dos soles y dos lunas y todavía seguía el alegre acto.
 La Bruja alzaba ora un brazo ora otro y todos repetían a una voz lo que ella entonaba.
No podía más. Cayó al suelo. 
 Cuando se levantó, todo había cambiado, todo menos él.
 Pero era  él quien había cambiado.
 Era como los otros: geniecillo pequeño.
 - ¡Dan, ya soy como tú! -exclamó.
    Un búho revoloteó sobre sus cabezas.
    Las trompetas de oro, de plata y de cristal llenaron el cielo de Estemundo .
 Las piedrecillas de los caminos y plazas charlaban alegremente chocando sus cabecitas brillantes entre sí.
Los pájaros alzaban el vuelo cantando. Los árboles movían sus hojas con sonidos de mil y mil campanillas y cascabeles...
-¡Fiesta todo el día! -anunciaron los veloces
paladines.

-¡Fiesta todo el día y la noche, también!... -¡Cien días de fiesta!

miércoles, 22 de octubre de 2014

ESTEMUNDO6

En aquel  momento alguien abrió una diminuta ventana e intentó gritar de ale­gría:
 ¡Había descubierto al rey!
¡Él era el rey!
 No había entonces orgullo en esta consideración o tal vez sí.
      Le hizo señas con las manos para que se ca­llara:
     -No grites, que despertarás a los demás y ahora es tiempo de dormir...
Se retiró de la ventana, pero dejó el ven­tanuco abierto para que cuando vinieran los sueños, otra vez, por el mismo sitio, apareciera !el rey!
Se puso en pie siguiendo despacito a Dan, que miraba a ratos el cielo. Miró también él y descubrió unas figuras:
-Mira, parecen niños volando
-Sí, pero no se pararán aquí. No ven Estemundo; lo están buscando, pero para ellos, la noche de nuestro país, es completamente oscura. Si vieran todo esto, descenderían...Pero te aflijas por esto: ellos encontrarán mundos parecidos a éste.
-¿Encontrarán el mundo que tan ansiosos buscan? ¿Todos?
-Sí, pero si lo hallan, tal vez no sea por mucho tiempo: Los hombres se lo piso­tearán.
-¡Que no pase esto aquí! -dijo angustiado.
Caminaron...
De pronto, tras un recodo apareció, radiante, la Colina de las Hierbas,
-¿Por qué brilla tanto? –se dirigió a su acompañante.
-Es que en su cima están las hierbas que dan salud y otras, que son malignas. No hay distinción alguna externa que para distinguir unas de otras.
Quedó pensativo, preocupado. Algo le sacó de su estado, una agradable sensación de vida:¡Estaba saliendo el Sol detrás de la Colina!
¡Renacía la vida en su mundo, mi pequeño mundo maravilloso!
Un lejano galopar se fue acercando por momentos. Sobre un pequeño y alado caballo venía Din, el mensajero real.
Paró el rápido galope. Din desplegó ceremoniosamente un pergamino y anunció, con un lejano tocar de clarines y trompetas de cristal: 'Grandes fiestas´

- “Nuestro rey será coronado. Hoy tendrá lugar la coronación del rey. Nuestro rey tomará un nombre”.

lunes, 13 de octubre de 2014

domingo, 12 de octubre de 2014

ESTEMUNDO 5



5
-Mira, este sendero conduce directamente a la Colina de la Hierbas.
 Giró su cabeza hacia donde le indicaba: Había muchas plantas por todas partes.
    -¡Buenas noches! -saludó un seco y arrugado árbol, ahuecando la voz.
    El niño quedó sobresaltado mientras Dan contestó al cortés saludo.
    -¡Hola, Vetusto!
    - Ahora, por la noche, todos los árboles están despiertos porque vigilan el bosque y a los pájaros que duermen en sus ramas –comentó a su intranquilo compañero.
-¿Hay aquí enemigos de animales?
 — !No, en Estemundo no hay nada de lo que dices, pero podría suceder que algún día apareciera algo maléfico que algún hombre del Mundo del que vienes intentara pisarnos.
El corazón sensible del niño se encogió de terror hacia los hombres, que consideraba ya casi como enemigos...
-Sería desastroso que llegaran aquí los hombres –comentó.
Anduvieron un poco más, entre arbustos y pequeñas plantas multicolores, con reflejos azules de la noche.

-¿Qué son estos ruidos que se oyen a intervalos -preguntó a su pequeño acompañante.
-Los búhos y las demás aves nocturnas, los diminutos grillos. Ellos y los árboles, con su rumor de hojas, llenan la noche, ellos son la vida de Estemundo durante la noche. Si ellos callaran, desaparecería todo.
-Sí, aquí debe de haber siempre alguien cantando, con su propia vida, ¿no?.
-!Eso es!
Sobre nuestras cabezas extendían sus ramas los árboles más altos. El ambien­te estaba salpicado de sonidos y notas desconocidas, salvajes, nocturnas...
Dan rompió el silencio:
-¿Ves esta vereda que tuerce a la derecha?
-¡Sí que la veo, pero si intentara pasar por ella, no sé si lo lograría? es muy
Estrecha.
El geniecillo tiró de su mano para que acercara el oído a sus labios:
-¡Por aquí se va a la casa de la Bruja!
Inclinado como estaba, le preguntó, en voz baja, como él lo había hecho:
-¿Es mala?
-Ya te he dicho que no hay cosas malas en Estemundo; es una bruja buena.
-Y... ¿Qué hace?


-Hace sortilegios.. .Convierte las cosas a nuestra medida, hace las cosas pequeñas como nosotros...
Lo que me acababa de comunicarle su amigo le hizo pensar un poco. Al cabo se atrevió a preguntarle, deseando obtener una respuesta afirmativa.
-¿Me hará pequeño a mí también?
Dan le miró, asombrado al principio y luego, alegremente, comenzó a dar saltos de alegría, mientras le decía:
-¡Sí, oh sí, te hará pequeño, muy pequeño, como yo!
-¡Dan, Dan, Dan!...
Las sombras del bosque pasaban, huyendo a nuestro lado. Los dos estaban corriendo, cogidos de la mano, contentos, muy felices. Se asemejarían dentro de poco, cuando uno fuera como el otro, pequeño...
La Luna iluminó un pedacito de tierra y yerbas; allí nos se detuvieron fatigados.
-¿Está muy lejos La Colina de las Hierbas, Dan?
-!Sí, muy lejos!¡Muchas setas!
-¿Setas?
-!Sí! ! Medimos la distancia por setas! Aquí cerca hay un grupo de estas plantas, un poco más lejos, otro!
-¿Están a la misma distancia un grupo de setas de otro?
—No, pero es igual...Es más bonito así, todo distinto de todo.
Me fijé entonces en el grupo de hongos, semiocultos por la oscuridad y las hojas. Eran tan altos como Dan y aún más, algunos como él... Unos tenían grandes manchas redondas, de todos los colores, en la cabeza anchota -como aquellos que él pintaba con lápices de color en los días de lluvia, otros eran de un solo color, calabaza, negros otros, como un paraguas de mango muy ancho.
Se tendió en el húmedo césped contemplando todo aquello con más detenimiento.
Cada uno de aquellos hongos tenía puertas y ventanas.
Dan satisfizo su curiosidad.
-Están habitadas  como en los cuentos. ¿Es que te olvidas estar en Estemundo, en tu mundo?

Allí vivían algunos geniecillos. Aquello le gustaba, sí.



VELA PARA UN BAUTIZO

MOMENTOS DEL PROCESO DE CREACIÓN DE UNA VELA PARA UN BAUTIZO.






LA FUENTE BAUTISMAL
LA PALMA TESTIMONIAL DE LA FE
CRISTO PANTOCRÁTOR

viernes, 10 de octubre de 2014

LA PRIMERA NOCHE EN ESTEMUNDO

Todo, todo pasó por delante de su trono; los animales, tam­bién.
Sólo había animales buenos, alegres, juguetones.
Los peces, dentro de recipientes de cristal, avanzaban en pequeñas carrozas tiradas por relucientes pulpos de brillantes pies de azabache.
Los caballos blancos y de color crema y con manchas.
Desde su lejano lugar, los montes se sumaban a la alegría de aquella manifestación, haciendo sonar en sus laderas las agradables canciones de los que desfilaban, y las marchas de entusiasmo indescriptible.
LA PRIMERA NOCHE EN ESTEMUNDO
Aquella noche...
La primera noche en Estemundo, qué bonita, más bonita que las noches vista a través de las cañas de mi huerto, en el mundo de los hombres.
La Luna de plata y el azul purísimo del cielo, como un manto de se­da y diez mil estrellitas de purpurina burbujeando en él...
Aquella anoche, su primera noche, no quiso dormir.
Despacio, muy despacio, pisando el suave césped, se internó en el bosque.
-!Dan! ¿Dónde estás?
En el aire se oyó un chapoteo de luz y vio a mi querido amigo
-!Aquí estoy! ¿Qué deseas?
- Dan, explícame las cosas. No sé nada de Estemundo...
- Mañana lo verás todo mucho mejor. Ahora hay que dormir.
- Pero mañana habrá demasiada luz… Me gusta más ver las cosas de noche.
las cosas son distintas...
 -Bien, te acompañaré.
  Comenzaron a caminar.
El pequeño amigo volador cogió su mano; era tan pequeño que casi tenía que andar de puntillas…