miércoles, 29 de octubre de 2014

ESTEMUNDO 7

7
Se alejó como había venido y repitió el mensaje veces y veces, hasta que   su voz no pudo más...
Estaba asombrado; a su lado, Dan sonreía satisfecho.
Él le había buscado un bonito nombre, un nombre pequeñito.
Grupos de músicos alegraban el ambiente, preparando el ánimo para las próximas fiestas.
 Sonaban largas trompetas y ondeaban al viento banderas y pancartas:
 -¡Viva nuestro rey!¡Viva su nuevo nombre!
 — ¡Estemundo está alegre!
Por el fondo venía ya el extraño cortejo de la Bruja, rodeada de geniecillos y de gran ruido.
 -¡Viva. Viva. Viva! ¡Venía la Bruja! Pero la bruja buena, que se paró ante el trono del rey, él, el niño que soñaba con gente muda en la noche de Estemundo!  
-¡¡Empiece la ceremonia!!
Todos formaron un gran corro. . Todos bailaban, cogidas las manos, cantando una canción extraña. Él se unió a sus cantos e intentó danzar con ellos.
 Pasaron dos soles y dos lunas y todavía seguía el alegre acto.
 La Bruja alzaba ora un brazo ora otro y todos repetían a una voz lo que ella entonaba.
No podía más. Cayó al suelo. 
 Cuando se levantó, todo había cambiado, todo menos él.
 Pero era  él quien había cambiado.
 Era como los otros: geniecillo pequeño.
 - ¡Dan, ya soy como tú! -exclamó.
    Un búho revoloteó sobre sus cabezas.
    Las trompetas de oro, de plata y de cristal llenaron el cielo de Estemundo .
 Las piedrecillas de los caminos y plazas charlaban alegremente chocando sus cabecitas brillantes entre sí.
Los pájaros alzaban el vuelo cantando. Los árboles movían sus hojas con sonidos de mil y mil campanillas y cascabeles...
-¡Fiesta todo el día! -anunciaron los veloces
paladines.

-¡Fiesta todo el día y la noche, también!... -¡Cien días de fiesta!

miércoles, 22 de octubre de 2014

ESTEMUNDO6

En aquel  momento alguien abrió una diminuta ventana e intentó gritar de ale­gría:
 ¡Había descubierto al rey!
¡Él era el rey!
 No había entonces orgullo en esta consideración o tal vez sí.
      Le hizo señas con las manos para que se ca­llara:
     -No grites, que despertarás a los demás y ahora es tiempo de dormir...
Se retiró de la ventana, pero dejó el ven­tanuco abierto para que cuando vinieran los sueños, otra vez, por el mismo sitio, apareciera !el rey!
Se puso en pie siguiendo despacito a Dan, que miraba a ratos el cielo. Miró también él y descubrió unas figuras:
-Mira, parecen niños volando
-Sí, pero no se pararán aquí. No ven Estemundo; lo están buscando, pero para ellos, la noche de nuestro país, es completamente oscura. Si vieran todo esto, descenderían...Pero te aflijas por esto: ellos encontrarán mundos parecidos a éste.
-¿Encontrarán el mundo que tan ansiosos buscan? ¿Todos?
-Sí, pero si lo hallan, tal vez no sea por mucho tiempo: Los hombres se lo piso­tearán.
-¡Que no pase esto aquí! -dijo angustiado.
Caminaron...
De pronto, tras un recodo apareció, radiante, la Colina de las Hierbas,
-¿Por qué brilla tanto? –se dirigió a su acompañante.
-Es que en su cima están las hierbas que dan salud y otras, que son malignas. No hay distinción alguna externa que para distinguir unas de otras.
Quedó pensativo, preocupado. Algo le sacó de su estado, una agradable sensación de vida:¡Estaba saliendo el Sol detrás de la Colina!
¡Renacía la vida en su mundo, mi pequeño mundo maravilloso!
Un lejano galopar se fue acercando por momentos. Sobre un pequeño y alado caballo venía Din, el mensajero real.
Paró el rápido galope. Din desplegó ceremoniosamente un pergamino y anunció, con un lejano tocar de clarines y trompetas de cristal: 'Grandes fiestas´

- “Nuestro rey será coronado. Hoy tendrá lugar la coronación del rey. Nuestro rey tomará un nombre”.

lunes, 13 de octubre de 2014

domingo, 12 de octubre de 2014

ESTEMUNDO 5



5
-Mira, este sendero conduce directamente a la Colina de la Hierbas.
 Giró su cabeza hacia donde le indicaba: Había muchas plantas por todas partes.
    -¡Buenas noches! -saludó un seco y arrugado árbol, ahuecando la voz.
    El niño quedó sobresaltado mientras Dan contestó al cortés saludo.
    -¡Hola, Vetusto!
    - Ahora, por la noche, todos los árboles están despiertos porque vigilan el bosque y a los pájaros que duermen en sus ramas –comentó a su intranquilo compañero.
-¿Hay aquí enemigos de animales?
 — !No, en Estemundo no hay nada de lo que dices, pero podría suceder que algún día apareciera algo maléfico que algún hombre del Mundo del que vienes intentara pisarnos.
El corazón sensible del niño se encogió de terror hacia los hombres, que consideraba ya casi como enemigos...
-Sería desastroso que llegaran aquí los hombres –comentó.
Anduvieron un poco más, entre arbustos y pequeñas plantas multicolores, con reflejos azules de la noche.

-¿Qué son estos ruidos que se oyen a intervalos -preguntó a su pequeño acompañante.
-Los búhos y las demás aves nocturnas, los diminutos grillos. Ellos y los árboles, con su rumor de hojas, llenan la noche, ellos son la vida de Estemundo durante la noche. Si ellos callaran, desaparecería todo.
-Sí, aquí debe de haber siempre alguien cantando, con su propia vida, ¿no?.
-!Eso es!
Sobre nuestras cabezas extendían sus ramas los árboles más altos. El ambien­te estaba salpicado de sonidos y notas desconocidas, salvajes, nocturnas...
Dan rompió el silencio:
-¿Ves esta vereda que tuerce a la derecha?
-¡Sí que la veo, pero si intentara pasar por ella, no sé si lo lograría? es muy
Estrecha.
El geniecillo tiró de su mano para que acercara el oído a sus labios:
-¡Por aquí se va a la casa de la Bruja!
Inclinado como estaba, le preguntó, en voz baja, como él lo había hecho:
-¿Es mala?
-Ya te he dicho que no hay cosas malas en Estemundo; es una bruja buena.
-Y... ¿Qué hace?


-Hace sortilegios.. .Convierte las cosas a nuestra medida, hace las cosas pequeñas como nosotros...
Lo que me acababa de comunicarle su amigo le hizo pensar un poco. Al cabo se atrevió a preguntarle, deseando obtener una respuesta afirmativa.
-¿Me hará pequeño a mí también?
Dan le miró, asombrado al principio y luego, alegremente, comenzó a dar saltos de alegría, mientras le decía:
-¡Sí, oh sí, te hará pequeño, muy pequeño, como yo!
-¡Dan, Dan, Dan!...
Las sombras del bosque pasaban, huyendo a nuestro lado. Los dos estaban corriendo, cogidos de la mano, contentos, muy felices. Se asemejarían dentro de poco, cuando uno fuera como el otro, pequeño...
La Luna iluminó un pedacito de tierra y yerbas; allí nos se detuvieron fatigados.
-¿Está muy lejos La Colina de las Hierbas, Dan?
-!Sí, muy lejos!¡Muchas setas!
-¿Setas?
-!Sí! ! Medimos la distancia por setas! Aquí cerca hay un grupo de estas plantas, un poco más lejos, otro!
-¿Están a la misma distancia un grupo de setas de otro?
—No, pero es igual...Es más bonito así, todo distinto de todo.
Me fijé entonces en el grupo de hongos, semiocultos por la oscuridad y las hojas. Eran tan altos como Dan y aún más, algunos como él... Unos tenían grandes manchas redondas, de todos los colores, en la cabeza anchota -como aquellos que él pintaba con lápices de color en los días de lluvia, otros eran de un solo color, calabaza, negros otros, como un paraguas de mango muy ancho.
Se tendió en el húmedo césped contemplando todo aquello con más detenimiento.
Cada uno de aquellos hongos tenía puertas y ventanas.
Dan satisfizo su curiosidad.
-Están habitadas  como en los cuentos. ¿Es que te olvidas estar en Estemundo, en tu mundo?

Allí vivían algunos geniecillos. Aquello le gustaba, sí.



VELA PARA UN BAUTIZO

MOMENTOS DEL PROCESO DE CREACIÓN DE UNA VELA PARA UN BAUTIZO.






LA FUENTE BAUTISMAL
LA PALMA TESTIMONIAL DE LA FE
CRISTO PANTOCRÁTOR

viernes, 10 de octubre de 2014

LA PRIMERA NOCHE EN ESTEMUNDO

Todo, todo pasó por delante de su trono; los animales, tam­bién.
Sólo había animales buenos, alegres, juguetones.
Los peces, dentro de recipientes de cristal, avanzaban en pequeñas carrozas tiradas por relucientes pulpos de brillantes pies de azabache.
Los caballos blancos y de color crema y con manchas.
Desde su lejano lugar, los montes se sumaban a la alegría de aquella manifestación, haciendo sonar en sus laderas las agradables canciones de los que desfilaban, y las marchas de entusiasmo indescriptible.
LA PRIMERA NOCHE EN ESTEMUNDO
Aquella noche...
La primera noche en Estemundo, qué bonita, más bonita que las noches vista a través de las cañas de mi huerto, en el mundo de los hombres.
La Luna de plata y el azul purísimo del cielo, como un manto de se­da y diez mil estrellitas de purpurina burbujeando en él...
Aquella anoche, su primera noche, no quiso dormir.
Despacio, muy despacio, pisando el suave césped, se internó en el bosque.
-!Dan! ¿Dónde estás?
En el aire se oyó un chapoteo de luz y vio a mi querido amigo
-!Aquí estoy! ¿Qué deseas?
- Dan, explícame las cosas. No sé nada de Estemundo...
- Mañana lo verás todo mucho mejor. Ahora hay que dormir.
- Pero mañana habrá demasiada luz… Me gusta más ver las cosas de noche.
las cosas son distintas...
 -Bien, te acompañaré.
  Comenzaron a caminar.
El pequeño amigo volador cogió su mano; era tan pequeño que casi tenía que andar de puntillas…