miércoles, 14 de enero de 2015

UNA DEL OESTE3


  El enjuto, exprimido, bigotudo y zanquilargo camarero trajo lo que le pedían mientras, bajando mucho la voz y acercando los labios al oído de John susurró:
 ­-Amigo, prepárese, Douglas es muy malo y… no le digo más.


 ­-¿Cómo te encuentras, Pecas?
 -­Mucho mejor.
 ­-John, llámame John.
 ­-Gracias por lo que hiciste por mí, John.
  - No tiene ninguna importancia.
 -­Ya tendrá ocasión de conocer a Douglas. Es el típico fanfarrón; se oree el dueño del pueblo y hasta parece que lo es porque hace lo que le place. Sus puños son terribles –masculló Pecas mientras se acariciaba la descalabrada mandíbula.
 ­-Ya conozco a este individuo -dijo John cambiando bruscamente la entonación de su voz, para que resultara más corriente y se enteraran cuantos estaban cerca de ellos.
 -Soy forastero. ¿Me podrías indicar algún sitio para pasar la noche?
 ­-Ven a mi casa. Desde ahora eres un amigo –dijo Pecas alargándole una mano.
 ­-Gracias­ -dijo John estrechándosela entre las suyas.

  Los dos nuevos amigos llegaron pronto a su destino.  
 Jonh ayudó a su nuevo amigo a montar en su caballo. De un salto hizo lo mismo en el suyo.
 El Sol lanzaba sus últimos rayos. El cielo se tiñó de matices ocres, naranjas y rojos.
 Los lobos ladraban hambrientos no muy lejos del lugar.
 Ataron los caballos en el establo y entraron en la
Casa.
 Un anciano, sentado en una silla de madera levantó la cabeza, avisado por el chirriar de la puerta.
 -­Padre, te presento a un amigo.
 -­Encantado de conocerlo; esta es su casa –dijo el viejo, dejando el asiento y tendiendo su enjuta mano al huésped.
 Pecas intervino otra vez:
 -Me olvidaba: se llama John y mi padre, Tomas
 Los aludidos se sonrieron.
 En aquel momento entró Sally, que con las manos en la cabeza se paró, alarmada, ante su hermano diciendo con aire de evidente reprensión y con la preocupación pintada en su agraciado rostro:
-¡Cómo te han dejado, James!
-No te preocupes, hermanita, no ha sido nada,­ se defendió Pecas; hubiera sido peor si no hubiera intervenido  este amigo –señalando a su salvador que estaba en la penumbra de habitación.
 Dándose cuenta entonces de la presencia del extraño volvió instintivamente la cabeza hacia John sonriendo levemente y dijo excusándose:
 ­-Dispense, no me había dado cuenta de su presencia gracias  por haber ayudado a mi atolondrado hermano.
 ­ -Ustedes exageran, ­dijo John­ -yo no ayudé casi nada; fue él quien me ayudó, proporcionándome vuestra hospitalidad, que agradezco una vez más,Sr. Tomas.
 ­-Basta de cumplidos. Esta es Sally, mi querida
hija y ama de casa desde que murió Dorita, mi entrañable mujer -dijo el patriarca presentando a la joven, que se inclinó sonriente en forma de saludo.
 ­-Encantado en conocerla -dijo John correspondiendo de la misma forma.
 ­-¡Sally! ­-añadió el Sr. Tomas­- ¿Nos traes la cena, si ya está lista?
  La chica desapareció tras una puerta para cumplir los deseos paternos. Al poco de oyeron ruido de platos...
 -Vamos, amigo, siéntese y cuéntenos de dónde viene y qué pretende hacer en este pueblo, maldito pueblo, si no es indiscreción por nuestra parte, sólo con el fin de ayudarle en lo que podamos para corresponder en algo a lo que ha hecho por James.

 -¡Por cierto, cuéntanos qué aconteció, hijo.
                    

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