sábado, 15 de enero de 2011

LAS PUERTAS DE SAN JUAN

Publicado por Jesús Masana Monistirol en
-La Opinión, El Correo de Zamora- Lunes, 17 de mayo de 1993.


"El menos inteligente conoce que su estructura es gótica". De
tal guisa se expresa Antonio Piñuel Ximenez, refiriéndose a la
puerta oeste de S. Juan de Puerta Nueva, en su "Descripción
histórica de la ciudad de Zamora, su provincia y Obispado"
cuando, a principios del pasado siglo, describía la mencionada
iglesia, "segunda parroquia en antigüedad". Nos recuerda, con su
característico estilo coloquial, algunos detalles de la
mencionada iglesia zamorana; por ejemplo, el Pero Mato, histórica
veleta dominando los tejados... Habla de tres sucesivas
edificaciones sufridas por el templo; se pregunta por qué no se
llamar San Juan Degollado, en vez de S. Juan de Puerta Nueva,
(ya que es S. Juan Bautista el titular y puede confundirse con S.
Juan Evangelista), y aduce que al no haber otra iglesia con la
denominación de S. Juan, "no necesitaban ese nombre" siendo
"muy antiguo y vulgar" para esta iglesia adosada a la muralla,
donde existir¡a una puerta de la ciudad.
M s detalles, en el libro citado...
Poco "inteligente" y ciertamente "vulgar" es el "detalle" que
ha aparecido recientemente muy cerca de la mencionada iglesia y
de su puerta gótica; la gracia y belleza de ésta han quedado
mermadas y la otra puerta, la románica, en la parte sur del mismo
templo, queda realzada por contraposición; la pugna
artístico-devocional que se se halla detrás de la construcción de
la primera queda ahora, decimos, favorablemente decantada hacia
la románica, de floraciones celestiales y de carácter creacional,
invitando al gozo celeste, en el interior. Aunque también esta
puerta tiene sus "detractores", que con juvenil ímpetu
deportivo transforman la función para la que fuera diseñada...
Lo digan si no los balonazos que soportan sus jambas y las
pétreas hojas de los ocho capiteles de sus gráciles columnas,
ante la muda mirada de los coches apostados frente a ellas.
Volviendo a la puerta gótica, por respeto merecido a quien lea
esto y por la dignidad de la fábrica del templo y todo su
contenido artístico-religioso, no mencionamos ni describimos de
forma directa el desaguisado con ella cometido, indigno de una
ciudad que se precia en mantener despierto el valor cultural del
pasado. Invitamos a quien quiera comprobarlo visite la iglesia
y especialmente la puerta mencionada, construida entre dos
contrafuertes y adornada con repetidos arcos ojivales,
perforando los gruesos muros del templo, en una
etapa de esplendoroso fervor que hizo desaparecer, seguramente,
otra puerta románica, más humilde pero igualmente simbólica y
efectivamente acogedora.
Las razones que han impulsado la ubicación de un cierto
"parterre" frente a un edificio tan loado deben responder, si
una justificación hay que aducir, al interés por los animales,
ciertamente encomiable pero impropio de una lúcida ordenación que
del ámbito ciudadano conviene hacerse en éste y en todos los
casos. Caben mejores soluciones.
Si levantara la cabeza Piñuela no sabría, a ciencia cierta, a
qué estilo responde ese "detalle" que ante la puerta gótica se
levanta y aconsejar¡a, sin duda, cambiar definitivamente el
nombre del templo y adosarle el de S. Juan Degollado, doblemente
decapitado, por su titularidad y por los desaguisados cometidos
por los "artistas" del siglo XX. Seguramente se colocaría él
mismo de portero de las dos puertas de S. Juan vistiendo
insignias de autoridad urbana para aconsejar a los mozalbetes un
partido de fútbol fuera de las murallas, en los polideportivos
ciudadanos, o llevaría a pasear a los chuchos, vestido de librea,
tras las murallas...
Nosotros seguiremos llamando a esta iglesia románica, S. Juan
de Puerta Nueva, pero si no se remedia lo aquí expuesto, nos
vendrá a la mente no la antigua puerta que abría los muros de la
ciudad al "campo, al arrabal o burgo o a lo que hoy es Plaza
Mayor", sino ambas puertas, al servicio del balón y del doméstico
can, diluido su simbolismo auténtico en otros par metros
distintos completamente a la intención que primordialmente llevó
a término la idea de su construcción: la "otra realidad" que se
experimenta en el interior del templo. Y es que hoy se valora
lo antiguo sólo por serlo, porque el espíritu posmoderno pretende
enmascarar lo que aún hoy rezuman las puertas de éste y de todos
los templos románicos de Zamora.

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