EN ESTEMUNDO
-¡Qué bonito es mi mundo, ¿verdad,
geniecillo Dan?
-Oh, sí,
es muy bonito. Yo he vivido toda la vida en él... Y ya tengo muchos,
muchísimos años. Yo sé todos
los secretos del país.
-Quiero que me
acompañes
siempre, Dan.
Los dos caminaron un poco, en silencio, un silencio distinto del que conocía, con sabor a siglo
distinto...
-Dan. ¡Dan!
. . . ! ! Dan ¡ ! -repetía el niño, como si fuera una campanilla (ese sonido que era bueno
también en el país de los hombres)- suena a música muy hermosa tu nombre, me
gustaría...
- Sí, ya se: te
gustaría tener un nombre como el mío, ¿verdad?
- ¡Ya lo creo,
Dan!
- Eso no puede ser; al menos por ahora. Tiene
que pasar un poco de tiempo.
- ¡Pero yo quiero,
Dan, búscame
un nombre bonito comoel tuyo.
-Bueno, lo buscaré; lo buscaremos
todos. Tendremos que reunimos todos los que habitanos en Estemundo, los animales, las cosas y las plantas. ¡Sería
desastroso si tu nombre desafinara!
-¡Qué contento estoy, Dan!
Cada
vez que pronunciaba su nombre era como si una cascada de notas se precipitara sobre mi cabeza.
Dan se
fue a convocar a Estemundo. El recién llegado quedó solo por unos instantes.
Todo aquel espacio ardía de entusiasmo.
Le empujaban a un alto sitial.
-¡Este trono es para ti!
-¡SÍ!- gritaron mil voces,
sonando como canción de una sola sílaba.
-SÍ -vociferó el lejano eco de cien montañas de
esmeralda.
-!Tú eres nuestro rey!
-¡Nuestro
rey, nuestro rey! -Repitieron las montañas abriendo sus grandes bocas...
Una marcha
triunfal atronó
agradablemente el espacio lleno de fiesta.
Comenzó el desfile.
Tres
veces el sol, un enorme brillante de infinitas irisaciones, se ocultó y tres veces vio el
desfile...
Tres veces la luna, un disco
grandote con cara
alegre como las "lunas"
que él pintaba antes, cuando pequeñito, salió y tres veces iluminó el espectáculo.
Todo este tiempo duro la
marcha.
Todos los ganiecillos marcaban
el paso o volaban a bandadas,
como las mariposas. Luego, las
diminutas casas de madera, sonrieron también;
los hongos pequeños y las grandes
setas, con zapatitos nuevos, cantaban con su oscura voz.
Después, los hermosos árboles de hojas brillantes con sus
muchos pies...
asomando un zapato en cada raíz ...
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