EL BAUTISMO DE JESÚS.
(Historia de unas pinturas)
El mural se finalizó el 23 de abril de 1981.
La capilla en la que se encuentra la pintura, que
constituye este tema primordial en la vida
cristiana cual es el bautismo, se halla en la
parte de la Epístola
y es gemela de la anteriormente descrita del Santísimo. Ennoblece el lugar, detrás del altar y de la pila bautismal.
Casi otro tanto diré, en cuanto a la fuerza expresiva de
las imágenes de este mural, que lo manifestado con relación al de la capilla simétrica.
En los comentarios escritos para la inauguración de
la mencionada capilla se descubre el carácter
eminentemente catequético, no
carente, en un primer momento, de verdadera
raigambre religiosa tradicional aunque cargado de un cierto cariz grandilocuente, cinematográfico y épico: "El sostre i la paret, cóncaus, son
pintats amb tons vermellosos, símbol d1interioritat, de foc i vida -com la matriu de l'Església que es la
pila baptismal- on es donada veritablement la VIDA , on s'esdevé CRISTIÀ".1
En esta pintura, creo que se puede apreciar un
cierto avance, si a la adecuación al concepto
de pintura religiosa nos atenemos, ya que el
tema del bautismo se halla más explícitamente elaborado con una catequesis más densa.
CONTENIDO Y ESTRUCTURA
Cuatro figuras principales componen este mural:
Cristo, Juan Bautista, Moisés y la Paloma. Un bloque, como
otra persona, lo constituye el pueblo de Israel
siguiendo a su pastor.
En lo alto, la Paloma, símbolo del Espíritu Santo, emite unos rayos que inciden directamente sobre la espalda de Cristo, que con el
torso desnudo, inclinada la cabeza y los brazos
extendidos, recibe el agua bautismal de Juan; éste está arrodillado a la altura
de la cintura de Jesús y también con los brazos
extendidos hacia él, hallándose cubierto
únicamente con unos trapos (pieles de camello) desde la cintura a las rodillas.
En la vertical del Bautista se halla Moisés, en pose
de marcha, con los brazos abiertos, empuñando el
cayado que hunde su punta en el mar;
su mirada girada hacia Jesús. Se protege con una veste talar y cubre su cabeza con un paño blanco; sus pies pisan la arena del desierto, al fondo del cual se
encuentran, a la izquierda, debajo de
Cristo, las pirámides y en el resto del fondo, una ingente masa de personas, el entero pueblo de Israel, levantando los brazos unos, arrodillados otros.
Lo terreno se ha dispuesto abajo, lo celeste arriba,
lo sublime en lo más alto, la paloma, con un centro
de máximo interés compositivo en la
imagen de Cristo. Todos los gestos llevan a
él.
SIMBOLISMOS
Los comentaristas afirman que la aparición de la
paloma es una manera simbólica de expresar cómo aterrizó, cómo descendió aquel
mensaje divino, cual vuelo de una paloma; no fue vista ésta sino que la suavidad, el susurro, la delicadeza del
efecto que produce el animal es similar a
cómo aconteció un hecho anunciado por los
profetas y referenciado por los evangelistas. Los artistas de la tradición cristiana han tenido, desde el primer momento, el símbolo del Espíritu Santo en este
volátil.
La humildad de Cristo, aceptando su
"papel" redentor está expresado en
la humillación arqueada de su cerviz, en el extender sus manos vacías de poder y de propia voluntad, esperando ser llenadas de lo alto. Actitud similar a la de su
primo, Juan, que cumple su misión en actitud
reverente, cuya mano derecha se eleva de la misma guisa hacia lo alto y su
izquierda derrama el agua de la penitencia purificadera bautismal.
La humildad, que es
reconocimiento de la realidad, hace que
ambos personajes se hallen desnudos,
tapados únicamente con lo que la
naturaleza más inmediata les proporciona,
con el agua del rio Jodán uno y por unos andrajos el segundo.
Está también Juan arrodillado al borde del agua
completando los gestos anteriores,
anonadado ante la presencia divina.
Las pirámides son un símbolo bivalente, de muerte y
de vida. Son el símbolo de la vida para
los faraones que esperaban en ellas la vida de
ultratumba; desde la amplitud de la base cuadrada al punto de la cúspide subían sus aspiraciones de una vida más allá del río de la muerte; en el mural se
hallan apuntando a Jesús, la verdadera
realidad de la vida eterna, son el símbolo de
una cultura incapaz de salvar al hombre.
El desierto es símbolo de muerte y donde el hombre
se encuentra a sí mismo. Es el lugar donde el ser
humano busca realizarse tocando hasta el
fondo su impotencia y pide la vida a los ídolos
para experimentar finalmente que sólo en el poder de Dios puede encontrar
aquélla. Es en el desierto donde es seducido por
su Dios, su Esposo, que le cuida, le da sus leyes -mandatos de amor- que le van a conducir a la salvación. En desierto se configura un verdadero pueblo que va a
proclamar la clemencia y misericordia de
Dios.
En el centro de la capilla se eleva la pila
bautismal, diseñada también con una
similar simbología acorde con las ideas que encierra el hecho que allí se realiza -el paso de la muerte a la vida-, ya que su cuerpo inferior es un tronco de
pirámide invertido que descansa en un
paralelogramo y el superior una pirámide
que apoya su base en el cuerpo anterior.
El cuatro, lo humano,
deviene en el uno, lo divino.
También así se halla dispuesto el tropel que se ha
pintado, representando al pueblo de
Israel, en una falange cuadrilátera de la que se ve la parte delantera y su flanco derecho. Sus componentes elevan los brazos al cielo o se
arrodillan, suplicantes, en un momento de angustia ante el mar, con el ejército del Faraón tras sus huellas. También el
número uno se ha identificado ahora en la
persona de Moisés, el que les lleva a otra vida, otro territorio, la Tierra Prometida ,
donde serán libres.
Los brazos abiertos de Moisés son los del Cristo en la cruz, el palo
que su mano introduce en las aguas de la muerte para vencerlas y transformarlas
en aguas de vida, es el madero de la cruz. Es una pose muy "egipcia" pero con la añadidura de la mirada hacia lo alto y las torsiones de las manos,
protectora una, dinámica la otra.
Dos colores se desparraman en los muros y el techo
siendo los protagonistas más abstractos, el rojo y el azul, lo humano y lo divino, entremezclándose, haciéndose uno sólo.
Contemplando las dos capillas a la vez comprobaremos
que el azul de la atmósfera de la Ultima Cena se escapa
e invade la escena del Bautismo de Jesús.
Lo que sucede simbólicamente es lo que
acontece en la realidad interior del misterio Pascual, se trata de hecho de la misma Pascua, la del pueblo de
Israel y la de Cristo, el paso de la
esclavitud real del cuerpo y del espíritu a
la liberación real de ambos por medio de la huida de la opresión del Faraón que es el pecado -la esclavitud de todo hombre-.
El protagonista verdadero es el Hijo de este hombre,
el que vence la muerte con la
humillación del propio bautismo -el agua-y de la muerte
-la sangre- germen de una nueva creación.
No en vano la pila bautismal evoca para Dionisio Areopagita la "matriz de la generación".2
CONTEXTO BÍBLICO
PATRISTICO.
Gn 1,9.- "Acumúlense las
aguas de por debajo del firmamento
en un solo conjunto, y déjese
ver lo seco"; y así fue.
Gn 4, 11.- Pues bien: maldito seas, lejos de este
suelo que
abrió su boca para recibir de tu
mano la sangre de tu
hermano.
Gn 29, 3.- ¡La voz de Yahveh
sobre las aguas! Truena el Dios
de la gloria: Yahveh sobre la
inmensidad de las aguas.
Si 9, 7.- Quitaré su sangre de su boca, y sus
abominaciones
de sus dientes...
Si 66,
12.- Dejaste que un
cualquiera a nuestra cabeza
cabalgara, por el fuego y el
agua atravesamos; mas luego nos
sacaste para cobrar aliento.
Si 69,
16.- ¡El flujo de
las aguas no me anegue, no me
trague el abismo, ni el pozo
cierre sobre mí su boca!
Si 72, 14.- De la opresión, de la vilencia, rescatará su
alma, su sangre será preciosa
ante sus ojos.
Si 74,
13.- tú hendiste el mar con tu
poder, quebrantaste
las cabezas de los monstruos en
las aguas;
MC 6, 25.-
Entrando al punto apresuradamente adonde estaba
el rey,
le pidió: "Quiero que ahora
mismo me des, en una
bandeja, la cabeza de Juan el
Bautista."
MC 6, 27.- Y al instante mandó el rey a uno de su
guardia,
con orden de traerle la cabeza
de Juan. Se fue y le decapitó
en la cárcel.
MC 7, 24.- Cuando los mensajeros de Juan se
alejaron, se
puso a hablar de Juan a la
gente: "¿Qué salisteis a ver al
desierto? ¿Una caña agitada
por el viento?
MC 7, 25.-
¿Qué salisteis a ver si no? ¿Un hombre
elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y
viven con molicie están en los
palacios.
Hch 7, 20.- En esta coyuntura nació Moisés, que era
hermoso
a los ojos de Dios. Durante
tres meses fue criado en la casa
de su padre.
Hch 8, 13.- Hasta el mismo
Simón creyó y, una vez bautizado,
no se
apartaba de Felipe; y estaba
atónito al ver las
señales y grandes milagros que
se realizaban.
Hch 9, 18.- Al
instante cayeron de sus ojos unas como
escamas, y recobró la vista;
se levantó y fue bautizado.
Hch 18, 6.- "Vuestra
sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo
soy inocente y desde ahora me
dirigiré a los gentiles."
S. Juan Crisóstomo, siglo IV: "A los judíos no se concedió entonces contemplar el rostro transfigurado de Moisés (cf Ex 34, 33s), el cual, sin embargo era
hijo de Adán, un hombre como ellos; mas
tú has contemplado el rostro de Cristo en su gloria (...) (Moisés) golpeó la roca y brotó la fuente de agua, nuestro pastor se acerca a la
sagrada mesa, toca la roca espiritual
(cf ICor 10, 4) y le arranca una fuente
espiritual. Por este motivo se levanta la sagrada mesa en medio de los fieles, semejante a una fuente manante (...) y el pozo de salud mana en abundancia, a fin
de que nadie perezca de sed
atormentadora."3
S. Efrén, siglo IV: "¡Oh dichoso lugar! Nunca vio ni verá otro lo que tú viste: a saber, al Señor hecho altar verdadero,
sacerdote pan y cáliz de la salud. El por sí mismo
basta para todos, y nadie puede bastarle; El mismo es el altar y el cordero, la víctima y el
sacrificador, el sacerdote y el
alimento."4
"Dichosa eres, oh tarde última, porque en ti se
completó la tarde de Egipto: el Señor
comió en ti la pascua pequeña (la judía), y se
hizo a Sí mismo pascua grande, la pascua fue inserta en la pascua, y la fiesta en la fiesta."
Cirilo de Jerusalén dice a sus neófitos: "El
agua es el principio del cosmos; el Jordán, del Evangelio". Dice
Tertuliano: "El agua ha sido la primera sede del Espíritu divino, que entonces la prefirió a todos los demás elementos... El agua es a la primera que se ordena
la producción de criaturas vivas... Es el agua la
primera que produce lo que tiene vida, para que no nos asombrásemos cuando un día diera a luz la vida, en el bautismo.
En la primera formación del hombre, Dios empleó el
agua para consumar su obra... Por tanto,
toda agua natural adquiere, por la antigua
prerrogativa con que fue honrada en su origen, la virtud de santificación en el sacramento, con tal de que Dios sea invocado a este efecto. Tan pronto
como se pronuncian las palabras, el Espíritu Santo,
bajado de los cielos, se detiene sobre las
aguas que por su fecundidad santifica; las
aguas así santificadas se impregnan a su vez de virtud santificante... Lo que antaño sanaba el cuerpo, sana hoy el
alma; lo que procuraba la salud en el tiempo, procura la salud en la eternidad..."
1Cf., Les capelles de l'església de La Fuliola , ibid., p. 10.
2Cit., Hani, Simbolismo del templo cristiano, p., 73.
3Ibid. pag 663s. A los bautizados $956. Textos eucarísticos primitivos I, pag 277. Himno 3 n2 5s 10.
4lbid. Himno 3. Lecea, J. M: Los sacramentos. Pascua de la Iglesia , pag. 25.
5Cf., Liturgia de las horas. De Bautismo. III-IV. Y en Padres dela Iglesia , pág. 401-403.
5Cf., Liturgia de las horas. De Bautismo. III-IV. Y en Padres de
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