MATERNIDAD Jesús
Masana Monistirol
Madres hay muchas, maternidades, también. La
creatividad es maternidad. En estos momentos soy madre de este homenaje a la Madre. La maternidad, como
poder transmisor de vida biológica ha sido conferida, entre los humanos, a la
mujer. Algo maravilloso, importante revolucionario debe tener este poder vital femenino cuando
esa otra maternidad-creatividad llamada ciencia ha hundido sus manos
enguantadas en él y como extrañas
"comadronas", que no madres, sin derecho propio, ha inventado madres-probetas
y fecundaciones artificiales "in vitro". Lo tierno, entrañable y humano de la
madre-mujer esperando,
junto
al padre-hombre, el nacimiento de un descendiente, está dejando
paso a la psudociencia de los
investigadores-madre, clonizadores,
compradores de semen errante en recipientes de cristal
y óvulos de mujeres "desmadradas".
La narración bíblica de la creación sobre la
faz de tierra es un canto a la entrañable maternidad de Dios. La maternidad
humana participa así de la divina y no sólo como un mero instrumento generador
inicial sino como voluntario y amoroso
impulso que lenta y sabiamente gesta,
pare y acompaña la existencia
del ser-hijo transmitiéndole los genes y el genio, lascostumbres,
las propias experiencias educadoras, las
pautas
sociales
y hasta la propia maternidad, modelando la Historia a impulsos
de esta maternidad.
El devenir humano, desde sus comienzos,
recuerda lanimportancia
que siempre ha tenido la madre, tanto en el diseño delas
sociedades antiguas, como en las más cercanas a nosotros y aun en
las actuales. Hoy nos debatimos en el
centro de una crisis de identidad, creyendo
vivir en un "estatus" adulto,
habiendo superado, pensamos,
los peores años del vaivén entre el matriarcado y el machismo,
entre la continuada represión de la fuerza física y la obligada
sumisión impotente del débil, entre la esclavitud y la
libertad. No podemos sin embargo vanagloriarnos de
pertenecer a unasociedad
adulta cuando estamos inmersos en la falacia de la eutanasia
y el aborto -selectivo o no-, que en aras de la
libertad,
sacrifica al que no se puede defender o que engaña a quien
no ha descubierto, durante los años de
vida y atranscurridos
el sentido real del placer y del dolor, porque una voz
maternal no ha comunicado la existencia de un hogar donde puede
verse satisfecho su deseo de felicidad,
para afrontar la
vida
sin tener miedo y sin producirlo.
No hemos evolucionado tanto en comparación
con los pobladores de "Atapuerca" cuando hoy muchas mujeres mueren a
manos de "compañeros" incapaces de asumir ningún tipo de limitación,
marcadores de un atroz final teñido de sangre. También hay algunas madres a
quienes les viene demasiado grande este don, que pierden, abandonan, no pueden
querer... Pero, gracias a una maternidad
bien entendida, muchas mujeres con uno o muchos hijos, mujeres sin hijos de su
propia sangre pero con el corazón tan maternal como las primeras, han hecho
posible lo que de bueno, generoso y progresivo hace latir este mundo nuestro desde que el primer ser humano comenzó a pisar su superficie hecha de jóvenes hierbas
y animales recién inventados.
Gracias a tantas madres y a la mía puedo
dedicarles hoy yo mismo,
cercano ya el final del tercer milenio,
este canto a la maternidad.
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