viernes, 7 de diciembre de 2012

Otro recuerdo para el Ministro Wert


Jueves, 23 de mayo de 1996  La Opinión, el Correo de Zamora
Carta de color sobre la ESO                 JESÚS MASANA MONISTIROL
En algunos institutos de enseñanza secundaria se nos coló de impre­visto la Reforma el curso pasado
con un flamante "Tercero de Edu­cación Secundaria Obligatoria" (ESO).
Comenzóse a trabajar con la evidencia de nadar en un proceloso mar lleno de escollos estructurales, mezclados con algún que otro bo­te salvavidas hecho de elementos educativos positivos. Los "navegantes" nos vimos impeli­dos a realizar cursillos de preparación, semina­rios permanentes y continuas puestas al día a lo largo y ancho del curso, comenzado éste con un nuevo estilo pedagógico-docente, la improvisa­ción y la imposición...
Pronto nos percatamos de algo ya barrunta­do; los alumnos eran como en años anterio­res; no es que fueran extraterrestres... Se trataba de un colectivo bastante homogéneo, muy cer­cano a un mismo color, el de los suspensos (los alumnos que habían repetido alguno de los años precedentes alcanzaba los tres cuartos del total a aspirantes a iniciar tercer curso de la ESO), con un 47% largo repitiendo el propio curso de tercero o su homólogo, primero de BUP. Se presentaba un amargo curso con una labor im­posible: fabricar una carta de color sin los ele­mentos básicos para ello.
. ¿Qué había ocurrido para que se nos propor­cionara una materia prima monocroma para componer una carta de color normal, como su­cedía en cursos anteriores? Sencilla y llanamen­te, que los sufridos padres optaron por llevar a sus vastagos a instituciones docentes que segui­rían impartiendo el BUP en el curso 94-95.
¿No se habrá producido una injusta discrimi­nación -inconstitucional- permitiendo una Re­forma que permite tal distribución de colores, un "amontonamiento" inusitado de "repetido­res" en un curso tan especial? Doctores tiene... la Reforma. La solución a éste -no único pro­blema planteado por la Reforma- hubiera sidola entrada total de ésta en todos los centros.
 Habrá que hacer el seguimiento en este se­gundo curso, en el que ya somos más los "re­formados". Otros aspectos negativos no van a quedar solucionados ni en éste ni en ningún curso venidero por el mero hecho de estar mon­tados todos en el mismo barco.
Lo que se aprecia, "bote pronto", es que en otros institutos en los que aún se imparte el BUP, los resultados académicos positivos de primero (curso correspondiente a 3° de ESO), han ascendido considerablemente respecto a otros años, al recalar en ellos quienes "huían" de la Reforma.
Con estos 'Voluntarios" de la ESO he/hemos trabajado durante el curso 1994-95. ¿Mejor? ¿Peor? Dejamos para la tertulia o para la Jnspección.contestar a-estas,preguntas. A fin de cuentas el tiempo dirá la verdad o tal vez ya la está pregonando ahora mismo.
He/hemos diseñado durante este curso una carta de color que nos ha salido, un "pastel"... En ella predominan los grises-anaranjados y las negruras délos "suspensos".
Los resultados de las evaluaciones finales arrojaron porcentajes cercanos al cincuenta por ciento de alumnos que "no promocionaron" y que debieron repetir curso, el presente. Si di­chos alumnos hubieran cursado primero de BUP, les hubiese quedado la "oportunidad" de los exámenes de Septiembre, que palia el amar­go sabor de los tres suspensos que predestinan a la repetición de curso. ¿Era esto lo que se pre­tendía realmente al implantar la Reforma, so ca­pa de alargar la escolarización hasta los dieci­séis años? ¿No se decía más bien que con la ESO se limitaría el fracaso escolar, evidente en la cantidad de suspensos del BUP? Los suspen­sos -esas mezclas imprecisas de color calaba­za- en estos primeros pasos de la Reforma, no han descendido, ¡han aumentado!
Hay que recordar que quienes repitan tercero de la ESO no pueden ya volver a repetir curso alguno, ya que no se permite tal dispendio tem­poral ¡sólo una repetición por temporada-ciclo! Hay que romper la carta de color y volver a hacer otra.
A algún que otro padre y alumno le ha sor­prendido esta "muerte súbita" del suspenso-re­petición, porque estaban en que en la Reforma no se repetía, que todo el mundo pasaba curso...
La carta de color del próximo curso, que es éste, está ya servida en cuanto a grises se refie­re, pero, teniendo en cuenta la experiencia del año pasado, cada vez más a menudo van a dejar de aparecer los colores primarios y secundarios y nos veremos metidos en la mediocridad, en la imprecisión del matiz, en el ir tirando.
La impresión general de lo ya pintado es de frialdad, tristeza, apatía, desencanto y una cierta vergüenza de ver que los que "han pagado el pato" de un intento por pintar un bello cuadro, limitado por la "enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años", son los padres y los alumnos. Suena a chapuza artística de aficionado o a de­magogia de gobernantes mal informados.
Los augurios dirigidos a las altas esferas -y no escuchados por éstas- ya antes de la implan­tación de la Reforma, se cumplen: los enseñan­tes estamos siendo utilizados, de hecho, como mezcladores de pigmentos que no han alcanza­do una previa y adecuada aglutinación; estamos perdiendo hasta nuestra propia identidad para ser ahora guardianes-criba, parapeto frente al Bachillerato y la Universidad, hacia donde se decantarán sólo los mejores ingredientes colo­rantes para la factura de otro cuadro que siem­pre será incompleto porque le faltará cierto en­canto estructural y cromático perdido a lo largo de la ESO.
Políticos, padres, alumnos y enseñantes de­bemos reinventar la Reforma, "sacarle" lo bue­no -que sin duda tiene, un tanto escondido- y ser ante todo buenos "pintores", profesionales.

De las Memorias de un profesor nostálgico...

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