miércoles, 5 de diciembre de 2012

La historia se repite


JESUS MASANA MONISTIROL
ANÁLISIS DE LA IMAGEN
Enseñar a analizar las imáge­nes que invaden nuestro cam­po visual tras una buena lectura de los mensajes publici­tarios, explícita o implícitamente diseña­dos como tales, es una labor que com­pete a cualquier profesor, ahora, en la ESO, más que antes de la Reforma edu­cativa.
Se impone conservar, recuperar o adquirir a toda costa un criterio analítico y crítico con suficientes elementos bási­cos por los que pasen, como por un ta­miz ético, las basuras y los aciertos de la televisión, las noticias de la radio, los mensajes escritos de los periódicos y re­vistas, los carteles publicitarios y las cartas a domicilio invitándonos a tal o cual reunión —con regalo incluido—, ignorantes nosotros del método emplea­do por los remitentes para hacerse con nuestra dirección...
Se nos muestra cada día que las sonri­sas, las disertaciones audiovisuales de los vendedores de "cosas" para comer, beber o vivir, o de los políticos, se han convertido en trampas que llevan: de la imagen, al desencanto personal y nacio­nal, de la promesa de una justa distribu­ción de la riqueza nacional, al despilfa­rro y enriquecimiento de unos pocos los mismos que prometían ser repartidores de los sudores comunes, y fieles conductores de los tele-audio-lecto-come-imágenes, todos los ilusos votan­tes, subditos de un sistema que no fun­ciona—.
Las últimas elecciones dieron el po­der a una imagen: Felipe González. Quienes le votaron, se dejaron engañar, consciente o inconscientemente, por un discurso, unas promesas, un "glamour", una fotografía, un papel, por nada. Poco ha durado su "paraíso" socialista: el ca­mino andado tras su consecución da vueltas y más vueltas alrededor de una pobre imagen, del espejismo de un tele­visor. Desde hace más de diez años esta­mos condenados a contemplar particula­res parcelas fiscales —por otra parte se­creta o claramente deseadas por mu­chos—, de unos cuantos vividores de la política, apañadores de los dineros de todos.
Desde el rincón de la enseñanza, dan­do tumbos en medio de este oscuro ca­minar, sin un verdadero sendero hecho de cuatro reglas de juego ético válidas para todos, nos proponemos seguir re-conduciendo a nuestros alumnos me­diante un espíritu democrático hecho de respeto al otro —porque cada cual se respeta a sí mismo y sabe lo que está bien y lo que fastidia a los demás—.
Una verdadera autoevaluación de la propia imagen, hecha de sinceridad, puede llevar a la evaluación de la ima­gen de los otros y de aquellas que bom­bardean nuestras mentes desde los me­dios de comunicación.
Engañar, mostrando una imagen falsa de la realidad, es la forma que han aprendido algunos en la escuela de su propia ideología y las clases particulares de su egoísmo, presentando como bueno un producto que oculta la otra cara de la moneda, la verdadera imagen, incapaz de cumplir lo que promete, carente de pautas organizadoras de la pacífica con­vivencia del ser humano en la tierra de todos, no de unos poquitos, listos ellos para falsear la verdad.
Desenmascarar las imágenes trucadas es una misión muy digna; mostrar una imagen acorde con lo que uno realmente es, no es cosa de poco valor en los tiem­pos que vivimos. No es ésta una labor reservada únicamente a los educadores de la imagen sino a todos y cada uno de los que componemos el mosaico vario­pinto de esta sociedad errante, conduci­da por la imagen por derroteros que con­ducen las más de las veces al desencanto y al precipicio colectivo. Aprender a leer imágenes no es sólo labor para nuestros hijos, lo es para todo el mundo.
 Nº 1500 de LA OPINIÓN EL CORREO DE ZAMORA, ALLÁ POR EL 1994
Wert, el nuevo ministro de educación, se las ve y se las desea para recomponer lo que otros desdibujaron...

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