MENSAJE
DESDE EL PASADO Jesús Masana
Monistirol
La innata curiosidad del ser humano nos
espolea para entender
el
sentido simbólico de los canecillos de la Magdalena, los
capiteles
de la puerta sur de Santa María la Nueva, las
diferencias
estructurales de las ábsides de ambas iglesias así
como sus hastiales (término que hace
referencia a la faz)... Eso,
la cara
del románico, era lo que estábamos contemplando, cara
incompleta,
hecha de retazos, a ramalazos de arte hecho piedra y
de
acontecimientos humanos que acompañaron su realización y sus
primeros
años, entre contradicciones de misticismo eucarístico y
violencia
incendiaria en aquel famoso motín truchero...
El tiempo
pasó raudo e insuficiente para contener todo lo que
de sí
podía ofrecer el acendrado conocimiento del cicerone y
quedaron
en el aire aspectos y materia para otras posibles rondas
investigadoras. Han desaparecido tantos detalles de estas
maravillosas
iglesias,
sus pinturas, sus instrumentos litúrgicos, sus
tallas...
Pero aún son capaces de transmitirnos, con su lenguaje
entrecortado
por el tiempo, una historia muy parecida a la vida
actual
y una forma de interpretar los acontecimientos, de vivir
la
vida, que tal vez hoy no se nos ha dado hacer con su misma
clarividencia
y eficacia. Buscar la clave, lo más importante de
dicho
mensaje, es labor nuestra para nuestro provecho y humilde
aprendizaje...
Desde la cara que es la puerta de la iglesia románica se nos
invita
a pasar al misterio que encierra en su interior y tal vez
bajo
sus losas donde reposan los restos de quienes
construyeron
toda
una civilización. El misterio de las catedrales,
escudriñado
por eficientes investigadores, está escondido también
en
nuestra Catedral y en todas las iglesias zamoranas. Las voces
de las
puertas y ventanas, la faz del ábside y del Pantocrátor
que las
presidió en su día, el susurro de sus capiteles nos
llevan
a un punto a veces olvidado, la pila bautismal, verdadero
rostro del alma románica.
Estos pensamientos cruzaron mi mente al escuchar las palabras
de
Herminio Ramos, que nos invitaba a ver la Pila Bautismal, oculta por
hachones
semanasanteros, en Santa María la Nueva, relacionada
sin
duda con una construcción subterránea (tapada
incomprensiblemente tras ser descubierta), con
escalones,
descendentes
presumiblemente de otro baptisterio anterior, en
las
raíces de la iglesia, en sus cimientos. Ahí, en la forma
concreta
de vivir el cristianismo encontraremos sin duda la
explicación
última del románico, de sus imágenes simbólicas
explicadoras
de una realidad espejo de otra definitiva a la que
los
románicos caminaban con dificultados pero seguros.
No hay manera de que entren los comentario...
ResponderEliminarLa Historia es la maestra de la vida y las piedras de Zamora son nuestras maestras.
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