ELECCIONES MEDIEVALES Jesús Masana Monistirol
Detalles de dos capiteles
del presbiterio de Chauvigny, (Francia ).

Desde
las profundidades de la memoria histórica medieval aparecen imágenes de cariz
propagandístico de las que beben los carteles que hoy invaden nuestra vida,
cuando hay elecciones. Entonces se trataba de valorar lo mejor que tenía el ser humano, su
trascendencia, y se luchaba para potenciar el discernimiento entre lo efímero y
lo eterno; ahora, para dar al ciudadano “calidad de vida”, un paquete en el que
puede entrar de todo.
Por medio de la decoración de las iglesias y con la liturgia que en
ellas se desarrollaba, desde las lecturas de los libros piadosos y las imágenes
de los Beatos, se adoctrinaba a la “ciudadanía” con el fin de coordinar una
sociedad con parámetros de convivencia
suficientemente sólidos y por ello,
duraderos.
Esta oferta visual y vivencial ha llegado hasta nosotros. Ahí están
nuestras iglesias románicas de Zamora y sus hermanas del resto de Europa. De una de ellas hemos sacado dos
imágenes que pueden ilustrar nuestros asertos.
Las campañas electorales no son originales y paradójicamente, utilizan fuentes
cristianas, recurriendo subliminalmente a ellas con los mismos recursos
visuales.
En el cartel de un partido fundamentalmente anticristiano, aparece el
signo + medio ladeado, una cruz ambigua, como la que muestra el demonio de un
capitel de la iglesia románica de Chauvigny, remedo de la cruz cristiana, que
la “mona” de Dios –así denominado Satanás por los escritores cristianos-
muestra a sus seguidores, con una sonrisa fingida, del más puro cariz
propagandístico, franqueado por dos acólitos, que no han encontrado aún un
disfraz, pero que muestran su satisfacción animalesca.
La imagen que acompaña a la anterior no ofrece ninguna duda y desarrolla
plenamente la doctrina contenida en el libro que ostenta la cruz oblicua: el
que sigue sus doctrinas será engullido sin remedio por quien las difundió.
Desde las pilosidades más pequeñas de las raíces de la Historia medieval llegan
hasta nosotros las enseñanzas de los Beatos, realizados no muy lejos de donde
nos hallamos, en el monasterio de Tábara; en ellos se describe lo que va a ocurrir en “los últimos tiempos”, los actuales. Entre avisos
celestiales y cataclismos terráqueos, aparecen los ángeles, luchando contra los
que siguen al Gran Dragón, la
Serpiente de siete cabezas y diez cuernos, el que está
marcado con un número es el 666. Sus seguidores llevan la señal en la mano. Esa
mano cerrada con el índice arqueado, signo identificador de otro partido, qué
es sino un seis, que identifica un proselitismo evidente y una llamada a
recordar su contenido apocalíptico.
Pretenciosamente, la mayoría de los partidos, en unas elecciones
generales, se equiparan, por los signos con los que se identifican y las
doctrinas que propalan, en lo que aquellos libros, escritos sobre piel de cabra,
vaticinaban para este siglo. Ha aparecido una especie de Anticristo cuyas señales aparecen por todas
partes: La imposición de una enseñanza totalitaria para “educar a la ciudadanía”
en principios ateos y antihumanos, el desprecio a la vida de los no nacidos, la
eutanasia, la manipulación de la vida sin ningún freno ético ni moral, es
admitido y legalizado por una mayoría que
hace bueno lo que se le acomoda.
Tal atrevimiento llega a crear la confusión, al usar términos que
habitualmente se utilizan en la vida de la fe en Dios; para convertirlas en slogan de una campaña
que invita en dar el voto para que, quien obtenga la mayoría, haga lo que le
apetezca, al colocarse en sitio de aquél.
“Motivos para creer”, “Votar con
todas las fuerzas”, “Con la cabeza y el corazón”, son otros tantas llamadas
entroncadas en el mundo de la cultura cristiana, que es orillada habitualmente
por los que desatan estas campañas publicitarias, pero de la que se sirven
cuando les interesa.
Dar un mitin en una iglesia, con un crucifijo detrás y mentar la fe, con
un contenido electoralista, para apoyar un programa en el que no se tiene en cuenta a quienes creen en
Dios, es una temeridad, por etiquetar la acción de una forma benévola. A quien
se ama con todo el “corazón” y con “todas las fuerzas” es a Dios y no a unas
promesas que nunca se llegan a cumplir o que están mezcladas con tantos
intereses espurios.
Los votantes de a pie pedimos que no se nos manipule tan fehacientemente
y que se llame al pan, pan y a la política, ¿qué?
Mejor nos iría si contempláramos más a menudo los capiteles y las piedras
todas del románico zamorano, o de otra parte, leyendo su mensaje perenne.
Bienvenidos con todo los carteles de propaganda por recordarnos que
tenemos raíces y que éstas están bien fundamentadas en la cultura cristiana,
fundamento de España y de Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario