La
Opinión El Correo de Zamora
Ventana
abierta
La
cara
JESÚS MASANA MONISTIROL
Las
muchas caras que nos vamos
colocando delante de nuestra
propia
cara por medio de los papeles y de los efluvios televisivos
y aquellas otras que en la mente quedan,
plasmadas por la palabra y los juegos malabares
de la imaginación, todo ello pergeñado por la precampaña
electoral, no hacen
más que repetir conceptos, frases y alusiones
directas al rostro del contrario para aureolar
el suyo propio. La cochina envidia, la codicia del mando y el interés más solapado anidan en expresiones tales como:
- Qué
morro.
- Vaya
rostro.
- Qué jela.
- Mucha
cara.
- Por la
cara.
- Hay que
echarle cara al asunto.
-
Hay que estar ciego,..
- Habrase
visto,
- Tiene
lengua de víbora
- Cara,
que es un cara.
- Caradura,
- Carota,
- Tiene
dos caras,
- No tiene
cara ni nada...
-Etc,
etc...
Las caras
están ahí, han estado siempre, pero ahora, cual si de otro carnaval
de máscaras se tratara, nos asedian, nos obsesionan, nos
recuerdan que estamos inmersos en una cultura del rostro, y ¡qué
rostro...!
Es ésta
una sociedad que gira en torno del rostro, pintado, aparente,
resultón, a impulsos de la electrónica, plasmado en las
páginas de los periódicos, las revistas, los pasquines,
los panfletos, los electrones vagando por el espacio, rebotando en
los satélites y en las parabólicas o serpenteando en los cables de
fibra óptica bajo nuestros pies, imágenes convergentes en el
cuadrilátero oscilante de la televisión, esa cara plana
omnipresente —por algo será que en la última legislatura se han
aumentado fabulosamente los aparatos cara / visores...— en
todos los volúmenes donde el ser humano dice que vive.
Rostro
fugaz el de hoy día, rostro de campaña electoral, que a lo sumo
dura unos pocos años, hablando, prometiendo, consolando,
engañando, justificándose, por amor al pueblo, eso sí.
Rostros,
los de estos momentos, descalificándose entre ellos, narcisos
todos, no admisores de la belleza del otro, mirándose en los espejos
mágicos de la sociedad desoientada, dividida en corpúsculos
indecisos que se agrupan en zonas que reflejan una madurez relativa
sobre la que se va consoli-dando-desedificando la democracia, poco a
poco, en una ambigüedad pareja al rostro cambiante de los
gobernantes que han sido y serán...
La
precampaña electoral es una memez facial trasnochada. Propongo que
la campaña no se base en los rostros, que los forjadores
de imágenes, los publicitarios de la cara, nos muestren las manos de
los candidatos, manos limpias, sin guantes, abiertas, vacías de
intereses, capaces de acariciar al necesitado, no amenazantes,
indulgentes, no prepotentes...
No
necesitamos caras que basan sus promesas en la utopía y menos
en la destrucción sistemática del otro rostro, sino que necesitamos
manos fuertes, capaces de conducir al pueblo por un camino que
ya está
dibujado en la Constitución: la justicia y el derecho para todos.
El rostro
de la sociedad española está expectante sus manos, de
momento, están giradas hacia arriba, en actitud de detención.
Que no se nos pongan las esposas y nos den en la otra mejilla...
A cuento con la recientes elecciones catalanas.
A cuento con la recientes elecciones catalanas.
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