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— ¡Yo soy vuestro rey!-exclamó el niño soñador.
- Que los sabios
hagan músicas
bonitas de muchos sonidos...
Los músicos
iban y venían con grandes papeles y libros de cantos dorados.
Escribían, pensaban, miraban
al cielo y garabateaban símbolos canturreando tonadillas.
Luego, a la vez, tomaron sus papales llenos de puntitos y líneas: cantaban, cantaban hasta que
todo salía bien...Y, todo se llenaba de alegría de danzando por el aire, al compás.
Todos de distinto color. Unos signos sabían a rojo, azul, otros a amarillo, verde…
- ¿Cómo
me llamo?
- ¿Es verdad, no tienes
nombre?
- Soy un rey sin nombre...
- No te preocupes; ahora mismo buscaré uno para ti.
Era pequeño como ellos, los genios
pequeñitos de sus cuentos. Podía volar como ellos o habitar en las casas
fabricadas en el interior de las setas pintadas. Dan, buscaría un nombre para
él.
Los sabios que leen en las estrellas y tienen sombreros en forma de embudo con estrellitas de papel de plata , leerían en sus libros
y encontrarían un
nombre:¡ESTE!
- ¡Te llamarás así!
Todos cantaron su nombre: ¡Este!
A él le gustaba mucho porque era algo para él sólo.
Todo el cielo fue dibujado su nombre; mil estrellas se movieron para
complacer al rey.
Siempre le impuso cierto respeto, casi temor, la presencia de la
Bruja, que estaba allí, y gritaba también su nombre con una extraña sonrisa en su cara arrugada.
Todos gritaban al
aire mi nombre: ¡Viva Este!
Todas las mañanitas salía a visitar la
fuente Azul.
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